Si viviéramos en un país más serio, con una verdadera política de seguridad, con investigadores de verdad, no tendríamos al Presidente de la República diciéndole al oído a sus propios colaboradores: “‘Ministro, su vida corre peligro, hay un plan para asesinarlo y han pagado por adelantado, incluso dinero”, como dice Ham que le dijo Lobo.
En vez de eso, tendríamos al Ministerio de Seguridad y al Jefe de la Policía anunciando que se había desbaratado la organización criminal (que sus cabecillas habían sido ya capturados), que ha asesinado a varios hondureños prominentes y que también planeaban asesinar al ministro del INA y a la Ministra de Justicia y Derechos Humanos.