Opinión

Muchos niños en Honduras de diferentes sectores sociales se levantan en la mañana pensando si otra vez les tocará ser marginados en sus escuelas o si por fin van a dejar de ser golpeados por sus propios compañeros.

Muchos de ellos ya van castigados por sus padres o simplemente estos ignoran el maltrato y la manipulación de sus hijos por el famoso “bullying” o acoso a menores de edad por maestros y compañeros de la escuela.

Esta realidad ya está siendo atendida por muchos gobiernos que se han dado cuenta de que la violencia emocional y la intimidación en las escuelas contra los niños o las torturas para formar parte del grupo o ser la mascota de todos están generando altos niveles de suicidios y problemas psicológicos contra los niños y niñas.

Ceremonias de iniciación, burlas constantes, acoso sexual de profesores o tremendas palizas y exigencias crueles contra menores de edad por parte de sus mismos compañeros son el pan de cada día y, más lamentable aún, cuando muchos jóvenes torturadores son mareros y nadie hace nada al respecto.

Es imprescindible que los menores de edad no sean víctimas de las acciones desleales de sus compañeros y, en lo particular, evitar el marginamiento cuando el menor no comparte las ideas del maestro. En Honduras deben hacerse regulaciones para acabar con esta enfermedad social en los centros educativos.

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