Opinión

La crisis en el Partido Liberal

Las cosas en el Partido Liberal van de mal en peor. Además de que en las pasadas elecciones fue relegado a un tercer lugar producto de la escisión creada con la ruptura política de 2009 y del surgimiento de nuevos partidos como Libre, que captó muchos de sus simpatizantes y hasta dirigentes, y el Pac, que se hizo con los votos de los menos ideologizados, pero hartos de la corrupción, incluso en la llanura sigue dividiéndose en fracciones cada vez más atomizadas.

Después de que sus diputados rechazaron la propuesta de los otros partidos fuertes de la oposición para que asumieran el control del Congreso Nacional, optando más bien por aportar sus votos para que fuera el gobernante Partido Nacional el que dirigiera el Poder Legislativo, también la mayoría de ellos han ayudado a sacar adelante las iniciativas impulsadas por Casa Presidencial como ocurrió en las sesiones realizadas en Gracias, donde la oposición fracasó en su intento de aprobar un juicio político contra las autoridades del Ministerio Público y el Consejo de la Judicatura.

Pero quizás la muestra más clara de la división, del desorden, de la falta de liderazgo en el Partido Liberal se dio entre el domingo y el lunes recién pasados ya que mientras en la reunión de reencuentro realizada en Cedros, a la que solo asistieron 12 de los 27 diputados de ese partido, firmaron una proclama en la que, entre otras cosas, dicen que “la Bancada Legislativa votará en el Congreso Nacional a favor de la interpelación del fiscal general y fiscal adjunto y del plebiscito a fin de que en nuestro país funcione la Comisión Internacional Contra la Corrupción y la Impunidad (CICI-H)”, al siguiente día en Tegucigalpa, nueve de ellos prefirieron apoyar la posición de rechazo impulsada por el oficialismo.

Antes ya muchos alcaldes y dirigentes de base del Partido Liberal incluso habían anunciado la conformación de su propio grupo de “indignados” en el que exigen al Consejo Central Ejecutivo, presidido por el ex candidato presidencial Mauricio Villeda, que aplique “mano dura” contra los “traidores”.

De hecho, al interior del mismo CCEPL hay división ya que mientras algunos se inclinan incluso por la expulsión de los diputados que no siguen la línea partidaria, otros piden una reacción más moderada.