La veda que prohibía el consumo y comercialización de los huevos de tortuga golfina dará sus primeros frutos.
Del 1 al 25 de septiembre -el periodo que duró la normativa fijada por la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (Serna)- se recolectaron 44 mil huevos de la especie.
Fueron 148 habitantes de la zona los encargados de buscar los huevos de las 496 tortugas que llegaron a la costa a desovar (dejar sus huevos).
Fue una ardua labor de recolección que se prolongó de 6:00 de la tarde a 2:00 de la mañana durante los 25 días de la veda.
Los huevos se encuentran bajo la protección de los campamentos ubicados en las comunidades de Boca del Río Viejo, Cedeño, Punta Condega y Punta Ratón, ubicadas en el municipio de Marcovia, Choluteca.
Una vez concluido el proceso de incubación, en el mes de noviembre, las tortugas serán liberadas en el Golfo de Fonseca para que inicien su travesía de sobrevivencia en el mar.
Luis Turcios, director regional de Progolfo, dijo que la Comisión de Verificación y Control del Golfo de Fonseca (CVC-Golf) está realizando este proyecto con el fin de rescatar la fauna marina.
Iniciativa se expande
Otra de las comunidades involucradas en el preservación de la especie es El Venado, donde desde hace más de 20 años los pobladores asumieron este reto.
Actualmente su lucha la realizan desde el Comité de Protección de la Tortuga Golfina, que alcanzó en 2007 el grado de organización ambiental.
Todo gracias al compromiso de los pobladores y el respaldo económico del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, siglas en inglés) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
“Los voluntarios hacen dos turnos cada día, uno de 6:00 de la tarde a 12:00 de la noche y otro hasta las seis de la mañana”, explicó Nerys Zelaya, presidente del comité.
Turismo ecológico
Durante el mes y medio de desove y en el momento de trasladar a las miles de tortugas recién nacidas al mar, el Centro de Investigación de la Tortuga Golfina de la comunidad de El Venado, se convierte en punto de referencia para estudiantes, investigadores y voluntarios nacionales y extranjeros, que llegan para colaborar con la protección de la especie.
El centro ofrece alojamiento en siete camas, hamacas y tiendas de campaña, así como alimentación.
En la actualidad cada año se alojan unos 170 turistas como una fuente de financiamiento del proyecto.
Para ampliar las alternativas a los visitantes y extender su estadía no solo al período de desove, el comité ha iniciado una remodelación para tener agua potable y ampliar el número de habitaciones.
“Tenemos mucho potencial turístico, ofrecemos recorridos para contemplar aves, delfines, manglares, la playa y todo el entorno natural del centro”, afirma Zelaya.
A la vez se ofrecen actividades turísticas y medioambientales.
Por lo cual la protección de la especie forma parte de la identidad y cultura de los habitantes de estas comunidades costeras.