Honduras

Dispersos en el mundo, unidos por la tecnología

Centenares de familias hondureñas celebran la gran fiesta navideña a pesar de la distancia física.

07.04.2014

Alina Cáceres, una joven odontóloga que dejó su tierra natal, Honduras, junto a su esposo Rubén y sus dos pequeños hijos, Giovanna y Rodrigo Valega Cáceres, de 7 y 11 años, llegaron a Italia con parte de sus pertenencias personales, unas cuantas valijas llenas de emoción, incertidumbre, grandes expectativas, un poco de temor y un cúmulo de esperanzas.

Se radicaron en la ciudad de Borgo San Dalmazzo, provincia de Cuneo, región del Piemonte. Al principio vivieron con una hermana de su esposo, luego, poco a poco, se independizaron. Actualmente Alina labora en una clínica odontológica de la ciudad, su esposo en Bosch Rexroth Oil Control en la provincia de Modena, sus hijos cursan el sexto y segundo año, respectivamente.

Haciendo referencia a los primeros días de su llegada a este país, Alina dice que 'no fue sencillo'. Entre aprender un nuevo idioma, ubicarse laboralmente, insertarse en una nueva cultura, conocer a los vecinos y hacer nuevas amistades, definitivamente, 'el panorama no era nada halagador'.

Pero contar con una computadora e Internet facilitó este proceso de adaptación, al igual que sus deseos por salir adelante a pesar de los obstáculos que se presentaban. Antes de salir de Honduras el joven matrimonio residía en La Ceiba, por lo que estas herramientas tecnológicas ya formaban parte de sus vidas. 'Hablar con mi mamá todos los días por la webcam forma parte de nuestras vidas cotidianas', comenta Alina.

Compartir con la familia, amigos y pareja a través de cualquiera de las redes sociales, como Facebook, Hotmail, Yahoo y otras tantas, se ha convertido en una forma de acortar las distancias, hacer nuevos amigos, seguir las relaciones, y en este caso, mantener unida a la familia, sobre todo en estas fiestas de Navidad y Año Nuevo.

La magia de la tecnología


Contar los últimos diez segundos previos a la medianoche del 24 de diciembre dando la bienvenida al 25 de diciembre o el 31 de diciembre para dar paso al Año Nuevo se ha convertido en una tradición, y a pesar de la distancia se practica sin problemas. No será lo mismo, pero al menos actualmente se cuenta con la facilidad de la webcam que permite la comunicación visual de sus usuarios.

'Con mi familia nos mantenemos comunicados siempre que nuestras obligaciones así lo permiten', comenta Alina. Y para estas fiestas navideñas y de fin de año 'acordamos con mi familia en Honduras realizar el conteo tradicional a pesar de la diferencia del horario, ocho horas para ser exactos, así que cuando son las 7:00 de la mañana aquí (en Italia) en Honduras es la medianoche y procuramos sintonizarnos y al menos pasar un momento agradable y que los niños vean a sus abuelos y tíos', dice Alina.

En las conversaciones nunca faltan las promesas de estar juntos el siguiente año, ya sea en Italia o en Honduras. Hasta ahí todo perfecto. El momento cúspide, si se le puede llamar así, es cuando 'mi mamá nos enseña la gran cena navideña. Los sabrosos tamales, la pierna de cerdo rellena, el pollo al estilo hondureño, las torrejas, el rompopo, en fin, todas esas delicias que hasta se me hace agua la boca cuando las veo', comenta Alina en medio de una sonora carcajada.

Es indiscutible, a pesar de la exquisita y nutritiva dieta mediterránea que es la que se consume en Italia, 'la sabrosa comida catracha es inolvidable', sobre todo en estas fiestas.

'Por nuestra parte, y para no quedarnos a la zaga, les mostramos parte de las tradiciones de este país. Por ejemplo, el panetone, de 30 centímetros de altura, que termina en una forma de cúpula, y el pandoro, un dulce que contiene -entre otros ingredientes- fruta cristalizada, un poco más bajo (altura) que el Panetone pero igual de delicioso'.

Una tradición que compartimos a pesar 'de nuestras costumbres' es la de festejar el 25 de diciembre (y no la noche del 24 de diciembre) en un almuerzo familiar y en un restaurante, mismo que se debe reservar con mucha anticipación ya que si no se corre el riesgo de quedarse en casa.

Para los niños esto se ha convertido en parte de sus vivencias navideñas, dice la entrevistada.

Los platillos principales, continúa, son a base de carnes rojas, blancas y productos marinos, todos muy buenos, pero 'no puedo negar que me hace mucha falta saborear nuestras comidas', insiste mientras su rostro se ensombrece dejando escapar un par de lágrimas producto de la nostalgia y los recuerdos de su amada Honduras.

El episodio finaliza casi de inmediato cuando hablamos de la música, 'algo que no tiene comparación'. Mover el cuerpo al ritmo de La Mákina y sus inmunerables melodías con sabor latino, 'Mi Reyna' y 'Nadie se muere' entre otras que forman parte del repertorio musical navideño, 'es algo nuestro' y como se trata de buscar alternativas para pasar lo mejor posible estas fiestas ayudados por la tecnología, 'llegará el momento en el que bailemos con mi familia, ellos en Honduras y nosotros en Italia', dice Alina.

Estos, entre otros temas, comparten Alina y su mamá, Alba Ruth Rocha, su padre Óscar Cáceres y sus hermanos Óscar, Luis y Verónica, y aunque Alina y su familia no podrán fundirse en un caluroso abrazo de Nochebuena, seguro una testigo fiel los acompañará, silenciosa pero efectiva: la Internet.

Esta herramienta junto a la webcam de una computadora permitirá que puedan sentirse cerca aunque estén viviendo en dos continentes muy lejanos entre sí, pero unidos a través de las líneas imaginarias de la red social tecnológica. Y para terminar solo nos resta despedirnos, desear a todos los lectores de El Heraldo una feliz Navidad y a la gran familia hondureña dispersa en todo el mundo una feliz CiberNavidad.