Periodismo de Impacto

La ciudad filipina libre de basura: un modelo para el tratamiento de residuos

En los países de bajos recursos, más del 90% de los residuos se depositan en basureros no regulados o se queman a cielo abierto

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21.04.2019

MANILA, FILIPINAS.- En los últimos años, un sinfín de nuevas tecnologías e iniciativas han intentado resolver una de las peores contribuciones que la humanidad le ha hecho al planeta: la basura. Pero para la ciudad de San Fernando, al norte de Manila, en Filipinas, abordar el problema va más allá del último grito del mercado tecnológico.

Entre los años 2012 y 2018, la ciudad aumentó el porcentaje de residuos desviados de los basureros de 12% a 80%, una hazaña con la que muchos gobiernos locales sólo pueden soñar.

En lugar de terminar en vertederos o, peor aún, en las vías fluviales, la mayor parte de la basura recolectada en la ciudad se convierte en compost o se vende para reciclaje.

Pero convertirse en una ciudad prácticamente libre de basura fue un largo y complejo proceso. 'No sólo luchamos contra el despilfarro. Estamos luchando contra la mentalidad y la cultura', explica Regina Rodríguez, administradora de la oficina de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la ciudad.

El año pasado, un informe del Banco Mundial reveló que en 2016 se generaron casi 2.000 millones de toneladas de desechos sólidos en todo el mundo, una cifra que podría aumentar a 3.400 millones de toneladas para 2050, perjudicando principalmente a los países en desarrollo.

'En los países de bajos recursos, más del 90% de los residuos se depositan en basureros no regulados o se queman a cielo abierto. Estas prácticas crean graves consecuencias para la salud, la seguridad y el medio ambiente', dice el informe.

Filipinas, uno de los mayores contribuyentes de contaminación plástica en los océanos, produjo más de 14 millones de toneladas de residuos en 2016, de los cuales sólo se recicló el 28%.

Casi dos décadas después de que el país aprobara la Ley de Gestión Ecológica de Residuos Sólidos, que exigía el establecimiento en todas las aldeas del país de instalaciones de recuperación de materiales (MRF, por sus siglas en inglés), aún no se ha logrado su pleno cumplimiento.

La intención era que las MFR recibiesen los residuos mezclados para su separación, clasificación, compostaje y reciclaje. Los residuos residuales de dicho proceso se transferirían para almacenamiento a largo plazo a una instalación de eliminación o a un vertedero sanitario. Pero algunos funcionarios públicos estiman que la ley no es económicamente viable, especialmente para los municipios de bajos recursos.

Froilan Grate, presidente de la Fundación Madre Tierra (MEF), una organización filipina sin fines de lucro, opina lo contrario. 'Lo que se necesita es el apoyo de todos los sectores', dice, haciendo hincapié en la importancia de la voluntad política y el compromiso de los funcionarios locales.

En 2012, el gobierno local de San Fernando se asoció con el MEF para implementar una estrategia de cero basura en la ciudad, un objetivo que implicaba un esfuerzo considerable. Los desechos tirados indiscriminadamente en las calles de la ciudad eran algo común, recuerda Rodríguez, y en aquel entonces muchos pensaban que era un desafío imposible de resolver.

Seis años después, San Fernando es considerada como una de las ciudades modelo del mundo en términos de gestión de residuos.

Grate atribuye el éxito de la iniciativa a una combinación de apoyo del gobierno local, estricta implementación de políticas y una sólida campaña educativa para los ciudadanos. 'Hay aspectos clave', subraya. 'El primero es la voluntad política. Todos, desde el alcalde hasta los funcionarios de la aldea, deben querer hacerlo'.

También es fundamental involucrar a los residentes. En otras unidades del gobierno local, la recolección de basura está muy centralizada. Hay que empoderar a la gente para que participe'. Sin pasar por alto la necesidad de fondos para implementar los programas, un requisito legal virtualmente ignorado en el resto del país.

Y aunque los programas pueden parecer poco rentables al principio, Grate señala los ahorros a largo plazo que pueden hacer aquellos que llevan a cabo los proyectos. 'La inversión inicial de San Fernando fue de alrededor de dos millones de pesos filipinos (casi 38.000 dólares). Ahora, el ahorro que proviene de desviar los desechos de los vertederos es de aproximadamente 50 millones de pesos al año', dice.

Con el tiempo, apunta Rodríguez, los barrios locales y las escuelas de la ciudad han establecido sus propios MRF. La ciudad cuenta actualmente con más de 100 instalaciones de tratamiento de residuos en sus 35 aldeas, muchas más de las que exige la ley (una por aldea).

René Lasca, presidente de una asociación local de propietarios, dice que su decisión de tener su propio MRF en el barrio contribuye a los esfuerzos de gestión de residuos de la ciudad. También les permite vender materiales reciclables y abono, así como fomentar la camaradería entre los vecinos.

Además de las principales políticas, que incluyen una prohibición total del plástico y el poliestireno, la ciudad ha iniciado también programas a corto plazo, como limpiezas colectivas, para asegurar que la iniciativa permanezca presente en la mente de la gente.

'Ninguna política puede tener éxito si la gente no adhiere', estima Rodríguez, y señala que asegurar que los residentes separen los desechos en sus hogares fue uno de los mayores desafíos que tuvieron que enfrentar al principio. Lo hicieron mediante campañas de información en las que se instaba a los ciudadanos a respetar la ley.

'Es agotador, pero necesario. No sólo estás cambiando sus rutinas diarias, estás cambiando su mentalidad, sus percepciones y a veces incluso sus tradiciones', añade.

Hoy en día, todos los hogares cumplen las políticas de segregación y separan los residuos en tres tipos: biodegradables, reciclables y residuales. Algunos incluso tienen sus propias fosas de compostaje en casa.

Caminando por San Fernando, es difícil imaginar que la basura solía invadir sus calles. Otras municipalidades filipinas han comenzado a seguir el ejemplo de la ciudad, trabajando con grupos como el MEF para mejorar su gestión de residuos.

'Es un problema difícil de resolver', dice Grate. 'Pero el caso de San Fernando muestra que hay algo que se puede hacer a nivel local, y que es posible hacerlo'

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