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Yani Rosenthal: 'Soy guapo, pero no soy asediado por las mujeres, sino por la justicia'

El precandidato del Partido Liberal, con el fantasma de estar preso tres años en Estados Unidos por un delito vinculado al lavado de activos, es un hombre risueño, no aparente tener 55 años y sabe qué es lo que hará el próximo 15 de marzo
15.02.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Abogado de profesión, 55 años, sus hermanos lo mantienen, no cree que Juan Orlando Hernández sea narcotraficante y aunque aprobaran el consumo de marihuana en Honduras no la usaría 'porque puedo terminar tonto'.

Esos son algunos de los pensamientos de Yani Benjamin Rosenthal Hidalgo, uno de los tres precandidatos presidenciales por el Partido Liberal.

Quizás es uno de los nueve precandidatos presidenciales más conocidos en Honduras, tanto en su condición de empresario, como por haber sido ministro de la Presidencia, coordinador del Gabinete Económico en la gestión de Manuel Zelaya Rosales, diputado en el gobierno de Porfirio Lobo Sosa y por su condena a tres años de prisión en Estados Unidos por un delito vinculado al lavado de activos.

Yani Rosenthal da inicio a una carrera para demostrarle a Honduras que detrás de esa meticulosa y redonda careta de hierro con un peinado escrupulosamente arreglado hay un hombre que siente, que ríe a veces forzado, que también llora.

El Yani pobre

Luego de haber nacido con todas las comodidades (su familia era de las más rica de Centroamérica), pasó a padecer hambre, frío y esperar hasta cinco días para que lo atendieran en una clínica en la que no le dieron tratamiento para una descalcificación en su codo derecho, en una prisión en la que pagó su condena.

'Mi papá fundó Diario Tiempo cuando yo tenía cinco años, mi primer trabajo fue ese. Fui gerente de 1987 a 1995, cuando vino mi hermano Carlos, yo pasé a Cementos del Norte, entonces con Mazariegos, Farah Robles y Jesús Vélez Banegas crecimos juntos allí'.

Cómodo en la oficina de una de las empresas de su hermano en San Pedro Sula, contó a EL HERALDO cómo su abuelo fue un judío que llegó a Honduras con dos dólares en la bolsa, hasta convertir a la familia en una de las más poderosas de la región.

No habían pasado 10 segundos desde que cruzamos el umbral de la sala, ni siquiera habíamos estrechado su mano junto al motorista Carlos Ortiz y al fotógrafo Alex Pérez, cuando comenzó justificarse que vive de la caridad a causa de que todos sus bienes fueron incautados como si enfrente tuviera a tres jueces listos para emitir una sentencia.

'Antes que me acusaran yo era clase alta. Ahora no tengo casa, ni carro, ni cuentas de banco. No tengo nada. Así que mi posición cambió. No voy a decir que soy clase baja, pero depende de los juicios: si me devuelven mis cosas tendré prosperidad y si no, no tendré nada. Mi futuro es incierto'.

El 14 de octubre de 2015, fuerzas antinarcóticas y de seguridad ejecutaron un amplio operativo para incautar unas 20 empresas y residencias propiedad del Grupo Continental, tras que los directivos de este emporio fueran acusados por Estados Unidos de lavado de dinero producto del narcotráfico.

Las acciones prosiguieron con los aseguramientos en empresas financieras, inmobiliarias, hoteleras, importadoras de abarrotes y vehículos. También una empacadora de carne, una compañía azucarera, viviendas y propiedades. Las operaciones se consumaron en cuatro de los 18 departamentos de Honduras.

Los orígenes de los Rosenthal

Una vez colocados en los cómodos sillones de cuero mientras caía una leve llovizna en la capital industrial, su abuelo volvió a ser protagonista de la charla que tardó casi media hora después de lo establecido.

Su abuelo le contó cómo viviendo en Ecuador en 1920 un hermano le pagó un pasaje en un barco bananero para ir a Estados Unidos, pero al atracar en Puerto Cortés, para cargar banano, los marineros le cobraban 30 dólares más para seguir a bordo, pero solo disponía dos dólares, por lo que fue obligado a bajarse de la nave.

Es así que gastó 50 centavos en transporte a San Pedro Sula, 40 centavos en hotel y 10 en comida, y para el día siguiente solamente le quedaba un dólar.

Sin perder tiempo buscó a unos judíos-rusos que tenían una curtiembre de cueros de exportación y le dieron trabajo cargando cueros, pero los fines de semana se iba al río Ulúa y al Chamelecón a cazar cocodrilos, les sacaba la piel y la iba a vender a la curtiembre.

Fue prosperando y se hizo accionista de la empresa Barret, que era de tres hermanos, pero uno de ellos decidió irse para Estados Unidos, le vendió las acciones y ocurrió lo mismo con los otros dos. Esa empresa en 2015 estaba en la salida a Puerto Cortés y la Oficina Administradora de Bienes Incautados (OABI) se las confiscó.

Luego se hizo de otras empresas que heredó a sus hijos Edwin y Jaime. Ellos también fueron prosperando hasta que se fundaron el Banco Continental, luego los otros negocios como la Empacadora Mogami, otra empresa de bebidas y Diario Tiempo.

Aclarado el tema de sus raíces judías, indicó que nació en San Pedro Sula. Su primer recuerdo de infancia fue en 1969 cuando su padre Jaime Rosenthal lo llevó a observar la fundición del techo de la casa que estaba construyendo.

Su infancia fue sin necesidades, buena relación con sus padres y entre sus hermanos se llevaban muy bien. Estudió en la Escuela Internacional (bilingüe). Se graduó de la Universidad Nacional como abogado. Posteriormente se convirtió en notario.

'En mi juventud probé drogas en la universidad, no me gustaron. Consumo alcohol, pero he bajado bastante por la edad, y en los cinco años preso no tomé nada, aunque vendían una como charamila unos indios pieles rojas'.

Avanzaba la entrevista y también la tarde. La llovizna se convirtió en lluvia, lo que impidió salir de la oficina para dar un recorrido por la propiedad en la que tienen varios animales: tortugas hasta conejos.

Y en tanto la conversación fue tomando más confianza, llegó el café, lo que le permitió recordar que le gustaba la música en inglés, pero ahora las actualizaciones han llegado a su vida: disfruta del reguetón, las rancheras modernas y las románticas.

A pesar de que se considera guapo, no tuvo muchas novias, solo tres antes de su esposa Claudia Madrid, a la que nunca le ha sido infiel.

Eso lo dijo mientras posaba para la cámara de Alex Pérez y mientras se pasaba la mano derecha por su cabellera, un acto que lo repetía cada cinco minutos.

'A mi esposa la conocí cuando yo tenía 15 años. Un amigo, el abogado Jesús Medina, me invitó a un cumpleaños, ella era gran amiga del papá de Jesús, entonces la llevaron y estaba tocando piano', recordó.

'Me impresionó. La conocí, me gustó mucho. A los 17 años se fue a estudiar a Estados Unidos y al regresar nos hicimos novios, cuatro años después nos casamos. Ahora tenemos 30 años casados, de hecho, al regresar de la prisión a Honduras, el 7 de agosto pasado, estaba a cuatro días de cumplir 30 años de matrimonio', comentó.

Como tradición judía celebra con sus hijas -Isabella, Victoria, Elissa y Alexandra- el Janucá, durante ocho días seguidos, en vez de la cristiana Navidad. Le gusta el campo porque fue productor de ganado, café, caña de azúcar, pimienta negra, cacao y maíz, pero pasa más tiempo en la ciudad.

Apegado a la fe, ora todas las mañanas y cree que Dios decide el destino del mundo: 'Le pido que me dé visión, que me oriente, que me dé una guía. Considero que los obstáculos de mi camino los aparta o los deja para no avanzar, entonces no me agobio por nada. Dios decide, estoy sujeto a lo que él quiere'.

La lucha en el Partido Liberal

Entre los recuerdos, la melancolía, un poco de nostalgia y el futuro, está claro que de no ganar las elecciones apoyará al vencedor, pero ya no seguirá buscando cargos porque siente que ya no está en edad para esas batallas.

'Siempre he apoyado al que gane. Esta es mi 13 campaña dentro del Partido Liberal, entre internas y generales. Espero que los otros hagan lo mismo, aunque he escuchado otras cosas de otros precandidatos'.

Tres aspirantes buscan la candidatura en el Partido Liberal para enfrentar las elecciones generales de noviembre próximo y, hasta la fecha, el único que ha dicho contundentemente que no apoyará a Yani Rosenthal, en caso de ganar las primarias, es Luis Zelaya.

'A él (Luis Zelaya) no lo conozco. Una vez me lo presentaron cuando fui a dar un discurso a Unitec hace mucho. Él era el rector, entramos a su oficina, me lo presentaron, 'mucho gusto', le dije y me dijeron 'vámonos que el evento va a iniciar'. Después cuando yo estaba preso me enteré de que se había lanzado para presidente, pero en realidad en el partido nunca lo vi. Tiene derecho de participar'.

El diseño está en su mente. Con claridad sabe qué estará haciendo el 15 de marzo: 'Celebrando'. No obstante, sabe que es necesario tener cautela.

'No puedo anticiparme para saber si haré alianzas con Libre o con Salvador Nasralla porque ni siquiera he ganado las internas. Lo primero es la unidad del partido, que los otros candidatos nos respaldan, aunque he escuchado rumores que uno se irá del movimiento si yo gano, pero, por qué participar en elecciones, mejor se hubiera ido antes y nos quedamos los que amamos al Partido Liberal'.

Ya no quería incursionar nuevamente en política, pero le insistieron tanto que al regresar de Estados Unidos después de cumplir con la condena y, sin él saber nada, ya le tenían además de la propuesta la estructura de trabajo. Dos meses más tarde cedió a la presión de sus seguidores.

Bajo ese panorama, su mamá le dijo: 'No sé para qué querés ser presidente si vas a recibir el país en las peores condiciones. En tres años la gente va a odiar al próximo presidente porque no tendrá dinero para resolver nada'.

Sin embargo, asumió el reto y dice saber cómo resolver los problemas. Presume que junto a su padre generaron 15,000 empleos hasta cuando le confiscaron las empresas.

Además, en el gobierno 2006-2007 fue ministro de la Presidencia y también coordinó el Gabinete Económico: 'El país creció seis y siete por ciento esos dos años, no ha ocurrido nunca eso en este siglo, por eso sé lo que debo hacer para generar empleo'.

Su análisis lo lleva a pensar que el principal problema de Honduras es la prosperidad, eso impide empleos dignos y mejores sueldos. Y, sabiendo él cómo generar empleo, le preguntamos qué siente que su familia Rosenthal todavía les adeude los derechos laborales a unos 350 excolaboradores del extinto Diario Tiempo.

'Sabemos que ocupan el dinero, pero no se puede hacer mucho aún. El día que el gobierno devuelva esos bienes al periódico, ese día se pagan las prestaciones'.

Golpes y reflexiones en la cárcel

Su relato lo regresó a la cárcel de Miami, en donde pasó los últimos tres años en los que compartió con presos de más de 30 países.

En ese lapso los cónsules de todos llegan a visitarlos cada seis meses para ver qué necesitaban, pero a los hondureños nadie del gobierno los visitó, por lo que ve que falta empatía entre el Estado y el pueblo: 'Yo voy a ser que eso cambie'.

Además, 'pasé el frío, el hambre, la soledad', recordó Yani, al mismo tiempo que admitió que nunca había vivido algo similar porque tenía comodidad, pero todo eso que pasó dice que tiene un propósito para poder saber lo que padecen los hondureños.

'Yo veía cómo vivían: su pobreza, el problema de salud, la falta de educación educación, pero no es lo mismo saber cómo se vive que vivirlo', reflexionó.

'Aprendí que el ser humano se adapta a todo. Los presos todos los días hablan de la forma legal de salir', dijo, añadiendo que tras su libertad se acercó más a Dios, a la familia y a su madre, a la que la visita en el jardín, por el temor de contagiarla de covid.

En la prisión solamente tenía derecho a 20 minutos de llamadas telefónicas y a un sistema de correo electrónico obsoleto en una computadora también desfasado durante otros 20 minutos al día.

No siente injusta su prisión porque se declaró culpable, lo que sí siente injusto fue lo que hizo el gobierno de Honduras para quitarle los bienes, pues en derecho existe la proporcionalidad, de acuerdo con la gravedad del delito se debe de aplicar la pena.

'Yo me declaré culpable por un delito de 250,000 dólares. La pena es el doble del delito para el lavado de activos, pero yo me declaré culpable de otro delito que se llama transar con bienes de origen ilícito, eso no existe en Honduras. Si me hubiera puesto la multa debió ser por 500,000 dólares, pero la pena fue desproporcionada, injusta acá en Honduras'.

En prisión leyó más de 150 libros, incluyendo la biografía de Nelson Mandela, lo que lo llevó a la reflexión. Algo en él cambió: 'Decía que al salir de prisión dejó atrás los resentimientos, porque sabía que si salía con esos sentimientos iba a salir prisionero de esos sentimientos. Eso me impactó mucho y no tengo rencor con nadie'.

Lo anterior lo expresó porque en su círculo familiar y de amistad le han preguntado si en algún momento ha sentido rencor en contra del gobierno por la incautación de los bienes, que según Yani, luego de eso la fortuna familiar se redujo en un 80%.

No fue ni estar en prisión ni que le incautaron sus bienes la tristeza que le produjo cuando falleció su padre mientras estaba encarcelado a miles de kilómetros de Honduras.

'El día más triste de mi vida fue cuando murió mi padre estando preso. No pude venir a enterrarlo. Mis abogados negociaron que si yo me entregaba mi padre no iba a ser extraditado, por eso fui a entregarme a Estados Unidos, para protegerlo porque era mayor de 80 años'.

Lo que Honduras ocupa

Le preocupa el nuevo censo electoral porque además de un millón de personas menos que en el de las elecciones pasadas, hay otro millón con problemas como el cambio domiciliario.

Económicamente piensa que este año será terrible porque la economía se contraerá entre ocho o nueve por ciento y, encima de eso, el otro año podría ser hasta un 10% más.

Para Yani, el sistema educativo está funcionando para los más pudientes porque son los únicos que pueden costearse la conectividad por las clases a distancia.

Ante el segundo repunte del covid se sigue sin hospitales disponibles: ni públicos ni privados por la saturación. Ese panorama solo le genera temor por el riesgo de quedarse sin población.

'Es un balance crítico. Este gobierno no se preparó en nada. Ya casi pasó un año y es frustrante porque no toman decisiones y las que toman son equivocadas o muy lentas'.

Yani dice ser centro izquierda, aunque también se define de ideología liberal. Apoya a las libertades y los derechos humanos, es por eso que convocaría (en caso de llegar a la presidencia) a un plebiscito para que los hondureños sean quienes decidan si se aprobase el aborto, el matrimonio igualitario y la legalización de las drogas.

A lo único que está en contra tajantemente es a la pena de muerte porque sistema judicial es muy débil, lo que sería un grave error: 'Yo estuve preso y ahora pienso de manera distinta'.

A pesar de que estuvo vinculado en ambos, cree que el narcotráfico y el lavado de activos hay que combatirlos hasta erradicarlos, mientras sostiene que no cree que le inicien un juicio por lavado de activos en Honduras, porque ya fue juzgado en Estados Unidos.

'En Estados Unidos me retiraron cuatro delitos y no es por guapo, aunque soy guapo, me los retiraron porque les demostré que era inocente. Eso quiere decir que no me pueden acusar por lo mismo, ya me exoneraron, pero pasa que la justicia en Honduras es usada como arma política'.

E insiste en aludir a su aspecto para recalcar los problemas con los tribunales: 'Soy guapo, no soy asediado por la mujeres, sino por la justicia'.

En su mente está que 'dudo que Juan Orlando sea narcotraficante, nunca he visto pruebas, pero sí muchos señalamientos. Cuatro personas en Nueva York lo señalan, los fiscales insisten, pero en Honduras nos conocemos y yo no he visto nada de eso'.

No puede regresar a Estados Unidos porque estuvo tras las rejas, pero sí se convierte en presidente de Honduras, la Embajada tendría que darle un pase diplomático, por lo que su única vía para volver al país norteamericano es llegar al poder.

-¿Aspira a ser presidente por interés por Honduras o por limpiar su imagen?
-Yo no me siento mal de la imagen que tengo. Los hondureños comprenden que mi caso fue injusto, no siento que me miran con estigma, antes nos miraban como avaros y ahora con lástima.

Culminada la entrevista, Yani Rosenthal comenzó a hacer más bromas, mostró más su lado risueño y mientras salíamos de la oficina con dirección a los vehículos, respectivamente, volvió a justificarse: 'Yo no soy solvente economicamente, ahora estoy dependiendo del apoyo que me dan mis hermanos, porque estoy en la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC). Eso me impide trabajar y tener cuentas en los bancos'.

Esta escena sucedió mientras él cargaba un paraguas antes de subirse a un carro marca Ford aparentemente nuevo (sin placas).