Tegucigalpa, Honduras.- Aquel Himno a la Madre que evoca el amor sublime hacia ella también encierra —en muchos casos— el silencio de quienes, al convertirse en padres, sienten que han perdido algo más que los tiempos de juventud: el amor de pareja, ese que se sostenía entre citas, caricias y planes, y que ahora habita un nuevo espacio, más incierto y más cansado.
“La pareja deja de ser solo dos, para convertirse en un sistema mucho más complejo”, afirmó la máster en psicología Anjannette Gavarrete, al explicar lo que muchas personas descubren demasiado tarde: que la crianza no solo suma, también desarma y rearma.
“Es como si se rompiera la estructura conocida para volver a ensamblarse con piezas nuevas, lo ya conocido deja de existir y da lugar a lo desconocido nuevamente”, puntualizó la entrevistada, quien advierte que lo más desafiante no es el cambio en sí, sino la resistencia o más bien ese intento casi desesperado de sostener un molde que ya no encaja con la nueva vida.
Entonces, ¿cómo evitar que el proyecto de crianza absorba por completo el plan de pareja? “Imaginen que ustedes como pareja son las patas de la mesa y la crianza es lo que ponemos sobre ella. No podemos olvidarnos de cuidar esas patas porque son la base, el cimiento”, explicó Gavarrete.

Cuando el vínculo se sacrifica por completo en nombre del hijo, también se empobrece lo que el menor recibe, porque no hay beneficio en una familia funcional a costa de una pareja disuelta.
“La clave está en recordar que son una pareja criando, no solo son papás. Deben seguir siendo mujer y hombre; y también pareja y equipo”, finalizó la experta.
Técnicas para reconstruir el vínculo
Aunque criar juntos parece, en teoría, una forma de unirse más, la realidad emocional de muchas parejas es la contraria. Frente a ello, la especialista plantea algunas estrategias.
- Intercambiar pequeños gestos diarios les ayudará a verse como pareja y no solo como cuidadores.
- Aceptar que cada uno vive la parentalidad de manera distinta reduce el juicio y fortalece la empatía mutua.
- Escribir para agradecer el esfuerzo, las virtudes y los sentimientos del otro reaviva el vínculo.
Señales de una crisis de identidad conjunta
- Distancia emocional en la cercanía: Aunque compartan el espacio, uno o ambos sienten una desconexión profunda. Las conversaciones se vuelven funcionales y la compañía no evita la sensación de soledad.
- Irritabilidad o silencios incómodos: Cualquier tema puede detonar una discusión, o peor aún, se prefiere el silencio para evitar el conflicto. La comunicación se llena de tensión contenida o evasión constante.

- Pensar en terminar la relación: Frases como “esto no era lo que esperaba” o “ya no lo/la reconozco” aparecen con frecuencia. El proyecto de pareja se reduce a la logística familiar.
Diferencias
Los cambios son válidos
“Es completamente natural cambiar, lo raro sería no hacerlo. Lo difícil es que muchas veces llegamos con la fantasía de que seremos los mismos, pero con un hijo. Esto impacta la relación de pareja porque no solo hay que adaptarse a ser padres, sino también redescubrir al otro, que ahora piensa, siente y actúa distinto y ahí es cuando comienzan muchos conflictos”, detalló la especialista.