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Tras los pasos del príncipe de los ingenios

España ha comenzado la búsqueda de los restos del escritor español Miguel de Cervantes Saavedra, que quizá descansan en el monasterio de las Trinitarias Descalzas en Madrid.

23.02.2014

El escritor más grande de habla hispana, creador de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, una de las obras más memorables de la literatura universal, murió en la pobreza.

Hoy, casi cuatro siglos después de su muerte, el nombre del escritor Miguel de Cervantes Saavedra vuelve a interesar a España, que ha iniciado la búsqueda de sus restos en un convento de Madrid.

Con la autorización del gobierno regional, el Ayuntamiento de Madrid está listo para comenzar la búsqueda de los restos mortales del genio de Alcalá en el recinto del viejo caserón del monasterio de clausura de las Trinitarias, donde el llamado príncipe de los ingenios fue sepultado el 23 de abril de 1616.

“Es una satisfacción después de cuatro años de lucha ver que el proyecto va adelante y que tiene visos de hacerse realidad”, dijo Fernando Prado, impulsor del proyecto a la agencia The Associated Press (AP). “Cervantes ha sido y es el español más ilustre de nuestra historia. Es momento de darle un nombre a su tumba”, añadió.

Y es que el mundo conoce casi todo sobre la vida de Cervantes y de su obra cumbre “Don Quijote de la Mancha”, pero el paradero de sus restos sigue siendo un misterio.

El autor español murió en 1616. En 2015 se cumplirán 400 años de la publicación de la segunda parte del Quijote y en 2016, el cuarto centenario de su fallecimiento.

LA INVESTIGACIÓN

Según una publicación de diario El País, la búsqueda va a comenzar próximamente en el subsuelo de la antigua iglesia, con la introducción de un georradar y un dispositivo de frecuencias. La máquina buscará identificar enterramientos individuales, colectivos, cavidades y criptas.

Una vez elaborado el mapa de las fosas, arqueólogos y forenses comenzarán el análisis de los cuerpos encontrados.

El equipo estará liderado por la sociedad científica Aranzadi de Francisco Etxeberria, quien participó en la autopsia que confirmó el suicidio del expresidente chileno Salvador Allende.

Desde 1870, tras un informe encargado por la Real Academia Española a Manuel Roca de Togores, marqués de Molins, existe certeza de la existencia de nueve fosas en el viejo templo del monasterio, alguno de ellos con restos óseos correspondientes a los de un varón adulto.

Sin embargo, sus restos se perdieron en el tiempo. Se desconoce si el féretro de Cervantes fue llevado a otro lugar en el subsuelo o si sus huesos fueron hacinados junto a los restos de otras monjas luego de que se terminaran los trabajos de ampliación del convento, que concluyeron a finales del siglo XVII.

Los expertos consideran que el cuerpo de Cervantes sería relativamente fácil de identificar. El autor español perdió la movilidad de su brazo izquierdo por unas heridas sufridas en la célebre Batalla de Lepanto, que en 1571 enfrentó a los turcos otomanos y a la llamada Liga Santa, encabezada por España.

Otra de las particularidades es que murió a los 69 años, una edad muy avanzada para la época. Ello facilitaría el trabajo de los peritos al momento de diferenciar y clasificar los huesos del autor que podrían haberse mezclados con los de otros fallecidos.

“Jamás se había intentado buscar los restos de Cervantes”, explicó Prado a la AP. “Pero gracias a los avances en investigación forense y las nuevas técnicas para identificar cadáveres hay conocimientos suficientes que permiten hacerlo ahora”.

LOS TROPIEZOS

A la ardua búsqueda de los restos del creador del Quijote, se podría sumar el hecho de que la construcción de un zócalo para cimentar la nueva iglesia trinitaria provocó que se tuviera que sellar el subsuelo de la primitiva iglesia que contiene los enterramientos. Sin embargo, el hecho de contar con la ayuda del georradarista Luis Avial, quien ha participado en numerosas exploraciones del subsuelo a instancias judiciales, policiales y particulares, es una señal de que la empresa tendrá éxito.

Por lo pronto, la Dirección General de Patrimonio Histórico de Madrid está a la espera de conocer informes adicionales sobre el alcance de los trabajos para dar la autorización definitiva. El convento de las Trinitarias Descalzas, fundado en 1612, es un edificio declarado bien de interés cultural protegido y las monjas que residen ahí hacen voto de clausura.

EL ESCRITOR

Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares en 1547, en el seno de una familia cuyo padre Rodrigo, era de profesión cirujano, cursó enseñanzas humanísticas en el estudio de Juan López de Hoyos, situado en las inmediaciones de la hoy madrileña calle Mayor.

Al final de sus días perteneció a la Venerable Orden Tercera Franciscana. En la basílica de Nuestra Señora de Atocha, asistió a la agonía y muerte de fray Bartolomé de las Casas, el llamado apóstol de los indios americanos, hecho que la orden dominica considera crucial para la construcción de su personaje de don Quijote de La Mancha, dada la entidad y el poder de los virreyes españoles a los que el fraile se enfrentó en condiciones de inferioridad semejantes a las libradas, en la ficción, por el hidalgo castellano.

“El texto de Cervantes se entiende perfectamente en el contexto de la literatura de ficción de la época y de la novela de entretenimiento presentes en la intención de Cervantes, que no precisa de interpretaciones esotéricas fruto de elaboraciones a posteriori”, explicó a El País José Montero Reguera, cervantista y catedrático de literatura en la Universidad de Vigo.

No hay datos sobre si el escritor español cursó estudios universitarios, pero en algunos textos se detalla que pudo haber estudiado en Valladolid, Córdoba, Sevilla o en la Compañía de Jesús, ya que en la novela “El coloquio de los perros” elabora una descripción de un colegio de jesuitas que parece una alusión a su vida estudiantil.

El 7 de octubre de 1571 participó en la Batalla de Lepanto, formando parte de la armada cristiana, dirigida por don Juan de Austria, hijo de Carlos V y hermanastro del rey. En una parte de un escrito de la época se relata que “de la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano”.

Este impasse que pudo haberle costado la vida al autor de El Quijote le hizo ganarse el apodo de “el manco de Lepanto”, aunque su mano izquierda no le fue cortada, sino que se le anquilosó al perder el movimiento de la misma cuando un trozo de plomo le seccionó un nervio.

Cervantes siempre estuvo orgulloso de haber luchado en la Batalla de Lepanto, que para él fue, como escribió en el prólogo de la segunda parte del Quijote, “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”.
EL OTRO ROSTRO DE CERVANTES

La vida y obra del escritor español es reconocida mundialmente, pero al enigma de dónde descansan sus restos mortales se suman otros.
Umo de ellos es el apellido Saavedra, que Cervantes agregaba como segundo; según el historiador Montero Reguera, ambos corresponden a los nombres de una aldea y a un municipio de Galicia, donde el linaje noble de los Saavedra estuvo asentado secularmente. Ya en el siglo XVIII, el fraile Martín Sarmiento corroboraba el ancestral origen galaico de Miguel de Cervantes.

Una de las hipótesis más consistentes al respecto establece que el segundo apellido empleado por Cervantes, que no era el de su madre, Leonor de Cortinas, fue en verdad su primer apellido, si bien, dado el enfrentamiento de sus ancestros con los reyes católicos, que redujeron a los nobles gallegos a sangre y fuego, llevó a sus ascendientes a cambiarlo por el de Cervantes tras emigrar una de sus ramas hacia Andalucía, concretamente a Sevilla y Córdoba, y otra rama hacia Castilla la Nueva, concretamente a Alcalá de Henares, donde Miguel nació en 1547.

De acuerdo a una publicación del diario El País, otra hipótesis es la que defiende un profesor de la Universidad de Alcalá, que destaca que el cambio de apellido del escritor obedecía a que comprometía su estrecha amistad con uno de los testigos directos del asesinato de un importante personaje de la Corte, que también fue asesinado. Tras esta muerte, Cervantes se marchó a Italia como camarero del cardenal Acquaviva en el año de 1569.

Y continúa la publicación con una tercera hipótesis que remarca que la necesidad de acreditarse socialmente llevaba a muchos escritores y artistas de la época, como el propio Diego Velázquez, a buscar honores en órdenes militares o títulos de distinción, utilizar el apellido Saavedra era un guiño irónico hacia los oropeles de sus colegas. Esto porque, según los tratados de heráldica, el apellido tendría ascendencia en la casta regia del romano Calígula.