Pablo Zelaya Sierra: el retorno de los laureles olvidados

Un 6 de marzo de 1933 Pablo Zelaya Sierra murió a los 36 años, hoy recordamos la fecha con el reconocimiento a la obra y trayectoria de uno de los más grandes artistas plásticos de Honduras

  • 06 de marzo de 2025 a las 11:30
Pablo Zelaya Sierra: el retorno de los laureles olvidados

Tegucigalpa, Honduras.- Durante décadas, el artista hondureño Pablo Zelaya Sierra, estuvo olvidado. Que el Premio Nacional de Arte, llevara su nombre, no fue suficiente para mantenerlo vivo en la conciencia nacional.

Ni su natalicio, ni el día de su muerte, eran motivo de recordatorio. No se le nombraba ni en los inicios de clases en la Escuela Nacional de Bellas Artes, mucho menos en la tradicional Exposición Anual de Estudiantes de esta institución.

¿Cómo se logró el benemeritazgo del pintor Pablo Zelaya Sierra?

Asistí a la inauguración de muchos eventos oficiales de arte y cultura y el maestro no estaba en la memoria institucional.

Rara vez, se hicieron esfuerzos por mantener su legado vivo, uno de ellos fue cuando la Secretaría de Cultura y Turismo, allá por 1991, publicó “Apuntes a lápiz”, su manifiesto artístico; más tarde en el año 1996, el Banco Central de Honduras, publicó un hermoso catálogo conmemorando los cien años de su nacimiento (1896-1996), el presidente del banco era Hugo Noé Pino, pero todo quedó en un delicado regalo navideño para agradar a las elites y amistades del Banco Central, quizá circularon algunos ejemplares por algunas instituciones culturales, pero no fue masivo y, por lo mismo, pasó desapercibido.

Pasaron generaciones de artistas o egresados de la Escuela Nacional de Bellas Artes que nunca supieron quién fue el maestro Pablo Zelaya Sierra.

Mi interés por él inició al observar sus pinturas en una pequeña colección que tenía la Galería Nacional de Arte, cuando esta funcionaba en el edificio del Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Era el año 2003, siempre que iba a la Galería o me tocaba hacer una diligencia en Tegucigalpa, me acercaba a esa colección y conectaba con dos obras que para mí son paradigmáticas en la producción del maestro, me refiero a “Las monjas” y a otra que por años me quitó el sueño: “Los arqueros”.

Rodeado de tanto silencio alrededor de la figura de Pablo Zelaya, mi interés se diluía en el olvido, me contagiaba de la indiferencia estatal e institucional y, más aún, de la indiferencia de los propios artistas.

La obra “Los arqueros”, se quedaba conmigo durante largas reflexiones, pero poco a poco, mis inquietudes también cedían y se desdibujaban en la triste sombra de su nombre y de su historia.

No fue hasta el año 2015, precisamente, cuando oficialmente la ENBA me designó la catedra de Filosofía del arte, que retornó mi interés total por la trayectoria artística e intelectual del maestro.

Desde el año 2003 había iniciado la búsqueda de referencias en el Archivo Nacional, pero todo era esporádico, nada sistemático.

En el año 2015 introduje en el programa de Filosofía del arte una unidad didáctica que denominé “El pensamiento estético de Pablo Zelaya Sierra”, cuyos ejes conceptuales partían del texto “Apuntes a lápiz”; dicha unidad didáctica no estaba contemplada en el Plan de Estudios, la introduje por cuenta propia porque me parecía increíble que no estudiáramos “Apuntes a lápiz”, el gran legado intelectual que nos había dejado el maestro.

En ese documento, Zelaya Sierra, estableció su concepción del arte y lo que tendría que hacerse en Honduras.

Fue en ese momento que la academia retomó, por primera vez, el estudio de la vida y la obra de Pablo Zelaya Sierra. Por lo menos siete promociones pudieron conocer su legado hasta que me jubilé en septiembre de 2022. Como era una iniciativa particular, al jubilarme no se volvió a enseñar el gran manifiesto artístico del maestro.

Es justo mencionar que en esta búsqueda ha estado presente el escritor y crítico Allan Núñez, quien compartió el mismo interés por mantener viva la memoria del artista y desde hace una década, esa ha sido una de nuestras grandes pasiones.

También en el camino me encontré con el periodista Yoni Rodríguez, quien ha aportado datos importantes a su biografía.

La gestión de Allan ha sido vital para el benemeritazgo de Zelaya Sierra, él preparó el texto que justificó ante el Congreso Nacional las razones para que este poder del Estado declarara a Zelaya Sierra Benemérito de la Patria.

Nunca nos interesó la figura de héroe tan mañoseada en este país. Lo de Benemérito venía bien a la figura de Pablo Zelaya Sierra.

En ese proceso fue vital el papel del profesor y diputado Edgardo Casaña, quien en su condición de vicepresidente del Congreso Nacional, hizo todos los trámites internos para agilizar la documentación requerida y garantizar, en poco tiempo, la publicación del benemeritazgo en el Diario Oficial “La Gaceta”.

Allan Núñez, en un artículo anterior a este, señala a las otras personas que estuvieron involucradas en este hecho histórico, entre ellas menciona a Delmer Moreno y Samaí Torres, entre otras personalidades.

Deseo señalar que, en estos últimos años, quizá como resultado de esta larga tarea de valorar la figura de Zelaya Sierra, se dieron en el país algunos homenajes (exposiciones de arte), muy malas por cierto, pero estaban dentro de ese deseo de mantener viva la imagen del maestro y por lo menos eso se valora.

En Madrid, España, hubo otro homenaje, no nos llegaron suficientes referencias para valorar la calidad del evento, pero también se insertó en la misma dinámica de inmortalizar su figura.

El 15 de marzo de este año se inaugurará bajo la iniciativa del escultor Darío Rivera, el Primer Simposio Nacional de Escultura en piedra “Pablo Zelaya Sierra”, el proyecto tendrá lugar en el pueblo de Ojojona, esperamos que el evento muestre resultados que honren la memoria del maestro.

Quizá, en el plano artístico, el homenaje más memorable es el que hizo el español Jorge Gay, en el año 2008. Ese homenaje reafirma el reconocimiento de un artista que supo valorar muchas décadas después la calidad del maestro.

También es importante señalar que en este momento la Pinacoteca del Banco Central de Honduras tiene en sus salones una de las muestras más completas que se han exhibido del artista.

Pareciera que en estos últimos tiempos estamos asistiendo a una especie de “paulomanía”, que no deja de ser progresiva, si consideramos el injusto olvido en que había caído el maestro.

En todo este proceso de búsqueda de reconocimiento faltaba algo más: solicitarle al Ministro de Educación, Daniel Sponda, que la promoción de graduados del año 2025 llevara el nombre de Pablo Zelaya Sierra y así lo hicimos.

Nuevamente el diputado Casaña, como presidente de la Comisión de Educación del Congreso, se puso a la orden y junto al Ministro Sponda tomaron las decisiones ejecutivas para que la solicitud se hiciera realidad.

Este año 2025 se denomina “Año de las artes” en homenaje al gran maestro de Ojojona. En los 18 departamentos del país se estará hablando de la vida y la obra de Pablo Zelaya Sierra.

¿Por qué es importante todo lo que aquí he señalado? Porque por fin existe un asidero real, legal e institucional que permita construir políticas públicas para fortalecer el arte y la cultura desde la responsabilidad del Estado; también sirve para darle realce a la actividad de los artistas hondureños y reconocerles su valía y trascendencia social.

Al instalar a Pablo Zelaya Sierra como un artista al que el Estado lo abraza dentro de su universo simbólico para reafirmar su existencia, estamos humanizando y reconociendo a la producción artística como fundamento de nuestra memoria e identidad nacional.

Faltará el homenaje ofrecido en el recinto del Congreso Nacional, tal como reza el decreto publicado por la Cámara Legislativa; faltará la beca “Pablo Zelaya Sierra” para quienes deseen estudiar arte, compromiso que ha adquirido el diputado Edgardo Casaña; faltarán las instrucciones específicas por parte de la Secretaría de Educación para que el “Año de las artes” funcione de acuerdos a los propósitos deseados; faltará el monumento en homenaje al maestro y otras cosas más, pero han retornado los verdes laureles a un ser humano, a un artista, a un patriota que jamás debió ser olvidado.

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Carlos Lanza
Carlos Lanza
Crítico de arte

Ha publicado varios libros sobre arte y literatura. Sus estudios han profundizado en los lenguajes o expresiones del arte moderno y contemporáneo hondureño. Con sus investigaciones se funda la crítica de arte profesional en el país.

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