Siempre

El cambio climático no tiene vacuna

22.11.2020

Incendios devastadores, tormentas apocalípticas, sequías, aumento de la temperatura global y un prolongado etcétera son los efectos del cambio climático, un acontecimiento provocado por el hombre que no da tregua, no tiene vacuna y requiere de inversión y medidas para contrarrestarlo.

De él tienen responsabilidad los gobiernos y los ciudadanos. Pero... ¿qué pasó con el covid-19?

A corto plazo la pandemia nos tiene de brazos cruzados, con las economías al borde del colapso y una población que urge salir de sus casas, pero el cambio climático tiene peores proyecciones de aquí al fin de siglo en la naturaleza, la salud, la vida, la economía...

Solo miremos lo que generó Eta y después Iota, imaginemos un futuro con tormentas peores, con efectos devastadores en países tan empobrecidos como Honduras. Esas tormentas son efectos de un cambio climático que va para peor si no se actúa ahora.

VEA: El cómplice perfecto (Parte I)

Es una tarea urgente

Esta semana la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) presentó un informe que alerta ante el cambio climático, que define como un desastre “de mayor magnitud” que el covid-19 y contra el que tampoco existe vacuna.

El cambio climático no espera a que el covid-19 esté controlado para continuar cobrándose vidas, señala la FICR en un informe sobre desastres naturales en todo el mundo a partir de la década de 1960.

De acuerdo con esta organización con sede en Ginebra, se han producido más de cien de estos desastres entre marzo -cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la pandemia de coronavirus- y septiembre, y más de 50 millones de personas se han visto afectadas.

“Por supuesto, el covid está aquí, afecta a nuestras familias, a nuestros amigos, a nuestros parientes (...) y es una crisis muy, muy grave a la que el mundo se enfrenta actualmente”, reconoció el secretario general de la FICR, Jagan Chapagain. Pero, “en nuestra opinión, el cambio climático tendrá un impacto mucho mayor a mediano y largo plazo sobre la vida humana y la Tierra” que el covid-19, que ha provocado la muerte de al menos 1.3 millones de personas desde fines de 2019, afirmó.

Sobre todo dado que “con suerte, tendremos una vacuna contra el covid el año próximo y, si todo va bien, en unos años deberíamos ser capaces de gestionar el impacto del mismo”, dijo, advirtiendo con amargura: “lamentablemente, no existe vacuna contra el cambio climático”.

“Se necesitarán acciones e inversiones mucho más sostenibles para proteger realmente a la vida humana en esta Tierra”, concluyó, instando a todas las personas a actuar.

Actualmente, observa la FICR, la frecuencia e intensidad de los fenómenos climatológicos está aumentando considerablemente, con cada vez más tormentas de categoría 4 o 5, más olas de calor que baten récords de temperatura y más lluvias diluviales, entre muchos otras situaciones extremas.

Solamente en 2019 hubo 308 desastres provocados por fenómenos naturales, que generaron la muerte de alrededor de 24,400 personas en todo el mundo. De estos, 77% fueron desastres climáticos o meteorológicos.

La cantidad de unos y otros ha aumentado desde la década de 1960 y progresan en casi un 35% desde la década de 1990.

ADEMÁS: El cómplice perfecto (Parte II)

Supervivencia amenazada

La proporción de catástrofes atribuibles a fenómenos climáticos y meteorológicos extremos también ha aumentado considerablemente durante este período, desde el 76% en la década de 2000 al 83% en la de 2010.

Estos desastres extremos han causado la muerte de más de 410,000 personas en la última década, en su gran mayoría en países de ingresos bajos y medio bajos.

Las olas de calor, seguidas de tormentas, han sido las más mortíferas.

Ante este desafío, que “amenaza literalmente nuestra supervivencia a largo plazo”, la FICR solicita a la comunidad internacional que actúe sin demora.

La organización estima que se necesitarán unos 50,000 millones de dólares por año para responder a las necesidades de adaptación que 50 países en desarrollo han definido para la próxima década.

“Este monto es irrisorio a la vista de la respuesta global ante las repercusiones económicas de la pandemia”, afirma la FICR.

Además, la organización lamenta que numerosos países altamente vulnerables ante el cambio climático se queden atrás y reciban apenas una ayuda relativamente modesta.

VEA TAMBIÉN: Los crímenes más absurdos (Parte I)

Los huracanes duran más tiempo al tocar tierra

El hecho de que los huracanes ahora duren más tiempo tras tocar tierra es otro efecto del cambio climático.

Un estudio señala que una vez que los huracanes tocan tierra duran cada vez más tiempo, extendiendo su destrucción.

Las aguas oceánicas más cálidas debido al cambio climático probablemente hacen que los huracanes pierdan energía más lentamente después de tocar tierra, porque estas actúan como combustible para los meteoros, agregó el estudio de la revista científica Nature, que examinó 71 huracanes del Atlántico que tocaron tierra desde 1967, y encontró que en la década de 1960 la fuerza del viento de los huracanes disminuyó dos tercios en las 17 horas posteriores a la llegada a tierra, pero ahora, por lo general, las tormentas tardan 33 horas en debilitarse en ese mismo grado.

“Este es un gran aumento”, dijo el autor del estudio Pinaki Chakraborty, profesor de dinámica de fluidos en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa, en Japón. “Ha habido una gran disminución en el deterioro de los huracanes”, agregó.

El huracán Florence, que en 2018 causó daños por 24,000 millones de dólares, tardó casi 50 horas en debilitarse en casi dos tercios después de tocar tierra cerca de Wrightsville Beach, Carolina del Norte, dijo Chakraborty. El huracán Hermine, en 2016, tardó más de tres días en perder suficiente potencia después de golpear la bahía Apalachee de Florida.

A medida que el mundo se calienta por el cambio climático causado por el ser humano, las ciudades podrían sufrir más daños por tormentas futuras que simplemente no se deteriorarán a la velocidad de antes, dijo Chakraborty.

“Si sus conclusiones son sólidas, lo que parecen serlo, al menos en el Atlántico, se podría argumentar que los costos de los seguros deben comenzar a subir y los códigos de construcción deben mejorarse... para compensar esta fuerza de destrucción adicional del viento y el agua una vez que está tierra adentro”, dijo Brian McNoldy, investigador de huracanes de la Universidad de Miami, que no formó parte del estudio.

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