Revistas

Las proyecciones: Mecanismos de defensa psicológica

Cada ser humano, en función de su experiencia, tiene una constelación defensiva característica que es indicadora de conflictos psíquicos

FOTOGALERÍA
28.01.2012

Todos los seres vivos, independientemente de sus diferencias de forma, tamaño o función, se defienden para sobrevivir, para afirmarse, para preservarse y mantener el statu quo que los define como individuos característicos. Se defienden también para seguir existiendo como seres particulares, como grupo y como especie.

Estos mecanismos existen tanto a nivel físico como psicológico, que se usan para mantener el equilibrio de la persona, aún a costa de su conciencia y de la restricción de sus capacidades y posibilidades, a fin de evitar el sufrimiento, la ambivalencia, la angustia y, en definitiva, todo aquello susceptible de causar malestar.

Cada ser humano, en función de su experiencia, tiene una constelación defensiva característica, que, si es muy rígida, además de distorsionar y dificultar el acceso a la verdad, es indicadora de conflictos psíquicos.

Uno de estos mecanismos defensivos, quizá el más básico, es el de la proyección, y a él nos vamos a dedicar seguidamente.

¿Qué es la proyección?
Un viejo refrán dice: “Nada es más fácil que ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio”. También está el que indica: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. Y es a Ortega y Gasset a quien pertenece esta máxima: “Nada es verdad, nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”. Cada uno de estos dichos y ejemplos puede sernos de utilidad para aproximarnos al mecanismo de proyección.

Este consiste en la tendencia del ser humano a percibir y sentir en el exterior según los propios contenidos del mundo interior.

Como un ser humano solo puede entenderse a sí mismo y a lo que le rodea a partir de su propia estructura perceptiva, sensorial y cognoscitiva, que es la que nos faculta para captar, sentir, pensar y comprender las cosas en el modo en que lo hacemos, tenemos que concluir que la lectura que hacemos en realidad, interna y externa, es exclusivamente humana y válida únicamente para nosotros. Si aceptamos que tendemos a percibir el mundo a partir de nuestras propias características, nuestro especial modo de ser y nuestros propios presupuestos, tendremos que admitir que el acercamiento que hacemos a las cosas se convierte en un asunto bastante subjetivo.

Así pues, mediante el mecanismo de proyección, entendido en sentido amplio, leemos la realidad, e incluso construimos teorías que nos ayudan a orientarnos en esa realidad y nos permiten suponer que entendemos el mundo. Desde este punto de vista, podríamos afirmar (muy de acuerdo con ciertas filosofías orientales) que “todo es proyección” y que lo que nos rodea es como creemos que es; porque así nos lo parece.

Como mecanismo psíquico de defensa, la proyección es un intento de expulsar del interior todo aquello que se relaciona con nuestros motivos, impulsos, sentimientos, pensamientos y deseos, y atribuirlos a las personas y las cosas del exterior, para reaccionar después frente a ello.

La proyección implica y supone, por otra parte, la pretensión de librarse de elementos que de una forma u otra nos afectan, generalmente inquietantes o amenazantes, y que, de conseguirse, ya no estarían en uno mismo, sino en los otros; y por otra, pretende “investir el mundo” según el color de nuestros afectos, el matiz de nuestras necesidades, el filtro de nuestros deseos, el tinte de nuestras ideas; y conforme a la cualidad, el alcance y la mayor o menor profundidad de nuestro pensamiento.

La proyección es uno de los principales enemigos de la razón, de la objetividad y de la verdad. Implica también, como ya se ha señalado, la dificultad de reconocer el mundo y a los otros seres en toda su diferencia.

Aprendiendo a conocernos según nuestras proyecciones.

Fundándose en esta particularidad del mundo interno humano están los llamados “test proyectivos”: cuestionarios, dibujos, láminas, etc. Estos test pretenden presentar estímulos “neutros” y recoger la respuesta del examinado para estudiar y evaluar la parte de sí mismo que ha depositado en la prueba.

Puede que los anteriores métodos no estén a nuestro alcance, pero podemos conocer también las proyecciones a través de la comunicación oral, en el ámbito de lo que se dice en cualquier circunstancia de intercambio humano, ya surja de los otros o salga de nosotros mismos.

También podemos captarla mediante los actos, la conducta observable a nuestro alrededor y en relación con nosotros, sobre todo atendiendo a las reacciones emocionales que nos provoquen, ya que, si nos afectan o nos molestan demasiado, puede ser una señal de que ese defecto, rasgo, cualidad o actitud esté en nosotros.

La investigación de las proyecciones de una persona es básica en todas las psicoterapias de corte psicoanalítico en las que se pretende abordar el mundo interno, su estructuración y su dinamismo a fin de promover la mejora y el cambio.

Aunque suponga alterar nuestra tranquilidad, conocer nuestras proyecciones y poder hacernos cargo de ellas es una forma de mejorar nuestras relaciones, de potenciar la objetividad de nuestro conocimiento.

Es una manera de aprender a discriminar y a respetar a los otros reconociendo quiénes son al aceptar sus diferencias. Es un método para hacernos más fuertes, al permitirnos ser quiénes somos y hacernos cargo de nuestros elementos internos en particular y de nuestra vida en general y, por supuesto, es un modo de crecer, de madurar y de evolucionar mediante el ensanchamiento de la conciencia. Es una vía, por tanto, que permite hacernos más humanos.

Seguramente podemos reconocer tanto en la pintura como en la novela y la poesía elementos íntimos del autor, ya sea en dibujos que recogen muchos de sus rasgos o en argumentos literarios que filtran algo de la propia historia de su creador, sus principales problemas o preocupaciones.

Pero también en la morfología de las rocas, en el supuesto diseño de las estrellas en el cielo o en la forma de las nubes desplegamos nuestra facultad proyectiva, en cuanto que pensamos o decimos que “esto que contemplamos se parece a…”, puesto que tal elemento evoca en nosotros una forma, una figura, una escena ya conocida o un estado de ánimo determinado.

En ocasiones, efectivamente, una roca puede tener una marcada forma de elefante y así reconocerlo el observador común, pero otras veces “ese gigante que parece amenazarnos” lo vemos solo nosotros, es un producto de nuestra proyección y en ella aparecen depositados nuestros miedos.

Proyectamos cuando al relacionarnos con alguien, si le encontramos más abstraído que de costumbre, y sin reflexionar en sus posibles motivos particulares que quizás nada tengan que ver con nuestra persona, pensamos que está enfadado con nosotros. Proyectamos también cuando nos inhibimos en nuestros actos o relaciones por el “qué dirán” los demás, porque probablemente los otros tendrán o no sus opiniones particulares sobre nuestro modo de conducirnos, pero los primeros que opinamos y además nos censuramos somos nosotros mismos.

Cierta persona que no se siente muy a gusto consigo misma, tiende a ver inconvenientes en todo lo que le rodea. Según su opinión, “nada en este país funciona como debiera”: si hace un encargo, lo recibe muy posteriormente a la fecha prevista “porque todo el mundo va a lo suyo”; si viaja en un transporte público, se suele encontrar muy frecuentemente a alguien que fuma a su lado: “¡con lo que me molesta el humo!”.

Esta persona está situando en el mundo sus propios conflictos. Leyendo la proyección, nada funciona bien en su mundo interno: siente que no marcha como debiera, que no está integrada, y así como no confía en sí misma no puede confiar en los demás. Además, al tiempo que proyecta hacia el exterior esta desconfianza, selecciona las ocasiones en que, efectivamente, alguien no ha respondido como esperaba, con lo que, hecha la justificación, comprueba que no puede confiar “en nadie” y así el círculo se cierra y el mecanismo se recicla y se refuerza.

No debemos olvidar que la proyección siempre suele estar vinculada a otros mecanismos defensivos. Por ejemplo, y sobre todo en los primeros momentos de nuestra existencia, está muy unida a la introyección o a la incorporación, justo el mecanismo contrario, que consiste en introducir, en hacer nuestros elementos, vínculos, vivencias y experiencias de nuestro entorno. Proyección e introyección, así considerados, se convierten en un interjuego dinámico entre el hombre y el mundo, y constituyen los “ladrillos o substratos del psiquismo”.

Por otra parte, la naturalidad, así como la riqueza y variedad de los mecanismos defensivos de que disponga un ser humano, es un índice claro de madurez, de fortaleza psíquica y de salud mental.

En contraparte el uso excesivo de este mecanismo, puede ser índice de conflicto; en cualquier caso nos da la oportunidad de conocernos.

Cabe aclarar que el estudio de la psique, desde un punto de vista filosófico, tiene el objetivo de entregar a todos los seres humanos mecanismos que permitan al hombre volcar su mirada a rincones de su ser y dar explicaciones a las grandes preguntas y en definitiva llevarte a uno de los más grandes misterios que es el conocimiento de uno mismo.

Tags:
¿Cuáles son los efectos psicológicos comunes tras un accidente en motocicleta?
¿Cuáles son los efectos psicológicos comunes tras un accidente en motocicleta?
Keep WatchingNext video in 8 seconds
0 seconds of 3 minutes, 15 secondsVolume 0%
Press shift question mark to access a list of keyboard shortcuts
00:00
03:15
03:15