Nos oprime la duda si será realidad o utopía cuando vemos al fiscal general Óscar Chinchilla tomar un helicóptero y montar una conferencia (show) para sancionar a dos de sus subalternos haciendo creer al pueblo que, junto a su par, Rigoberto Cuéllar, será despiadado contra cualquier infractor de las leyes.
Tras su reñida nominación, el amanecer del 1 de septiembre pasado, Chinchilla y Cuéllar, trabados o por separado, están rebasados ofreciendo declaraciones a los medios de comunicación, surgiendo, sin envión, en foros hasta pregrabados pintándose mediáticos y con afán de estrellas.
Diligencia no es sinónimo de efectividad, pero en medio de la desesperanza de los hondureños, que no creen en nadie, este dúo se quita la coraza, sale de su escondrijo y acciona una aparente fiereza hacia todo aquel fiscal que se haga el tonto indultando bandidos adrede.
En una de sus más recientes expresiones públicas, Chinchilla cacareó que por el deseo de ver mejor a nuestro país se autopropuso para el cargo de fiscal “y habló también por él”, dijo refiriéndose a su comparsa durante una comparecencia televisual. Pareciera que Cuéllar lleva la batuta.
KOJAK. El “Kojak” hondureño pavoneó que tanto él como Cuéllar ni necesidad tenían (otra de vaqueros) de sus lidiados cargos. Rápidamente desconoció que cuando dimitió como magistrado, “condicionó” su salida pues sabía de la división legislativa para imponerlos.
Los altos funcionarios parecen “duros de matar”. Bruce Willis haría el ridículo frente a ellos. En sus peroratas van de la mano o por separado. Vaticinan que los pillos tienen los días contados. Se ven magnánimos encarcelando unos 5 mafiosos hondureños, así no soñarán más frente a micrófonos y cámaras.
Chinchilla abordó una aeronave (gasto mínimo 2 mil dólares) para llegar a La Ceiba, Atlántida, solo para comunicarle a los fiscales Adonay Padilla y Melissa Martínez su separación temporal (beneficio de la duda) por liberar a dos pilotos mexicanos que tiraron cocaína en un punto neutro del litoral.
Creemos que un fiscal general tiene gente de “abajo” para realizar este tipo de averiguaciones y, si no confía en su unidad contra la corrupción, puede removerla. Una simple sanción con su rúbrica, basta. Noticia sería que hubiera ordenado recapturar y enviar a prisión a los pilotos. ¡Qué estreno!
CAMPANUDOS. El “yerno” de Chang Castillo sabe que más de una veintena de fiscales se han enriquecido ilícitamente (lástima que los periodistas no podemos ser procesados), tiene sus nombres, no dice nada, no los castiga o procesa y, de repente, hasta toma café con ellos. Entonces, ¿ustedes son campanudos o son piezas de distracción?
Y mientras los purificados la hacen de “saltamontes”, un día en Tegucigalpa, otro en el interior del país y otro en los medios de comunicación, no investigan porqué en la Secretaria de Seguridad hay miles de policías “fantasma” por los que personajes oscuros cobran más de 30 millones de lempiras mensuales.
Se resisten a inquirir que, en el ocaso del régimen Lobo-Hernández, hay burócratas que construyeron palacios de 20 millones de lempiras en El Hatillo, compraron yates, jets, extensiones de tierra, caballerizas y condominios, acá y en el extranjero, quitándole el derecho a medicinas y escuelas a millones de compatriotas.
TRAFICANTES. Olvidaron que oficinescos traficaron los recursos naturales y de minería. Pidan, por si aún están incrédulos, los opulentos reparos hechos por el Tribunal Superior de Cuentas a empleados del “humanismo cristiano”. Dejen el circo y clávenlos en la cárcel, tal vez quedan repletas.
Señor Cuéllar, los ríos y quebradas tienen dueño. Ojalá pueda investigar quiénes los transaron. Tienen nombre y apellido. No nos defraude, recuerde que nuestro territorio ya parece desierto y aquellos que nos contaminan el ambiente también deben estar, por lo menos, de jefes de bartolina.
Pregúntenle a los que están presos por la compra inflada de medicamentos en la Secretaría de Salud quiénes son los verdaderos mafiosos que viven como reyes y sentencian a muerte a los pobres, por los que siempre flaquean en campaña política cuando jamás han sufrido calamidad.
Consulten al presidente Lobo porqué asumió el papel de “juez supremo” eximiendo de responsabilidad a Manuel “Mel” Zelaya Rosales y sus camaradas, acusados de robarse el país, hablándole de amor y de dar la vida por el necesitado. ¿Dónde están los expedientes? ¿Dónde está la justicia? ¿También se la “volaron”?
Ausculten en las cárceles quiénes llevan años cautivos injustamente, o sin sentencia, o qué galanes del bajo mundo mandan a matar jueces, fiscales, periodistas, defensores de los derechos humanos o porqué no están presos oficiales de la Policía si presuntamente tienen vínculos con el crimen organizado.
PIDAN CITA. Exploren en los bancos nacionales y extranjeros cuántos nuevos multimillonarios hay en Honduras, mientras aspiran a la presidencia de la República y no justifican de dónde sacan las bicocas para financiar sus apestosas campañas políticas. Papi no merece condena.
Exijan una cita con la embajadora norteamericana Lisa Kubiske para enterarse de la frondosa lista de corruptos. ¿Sabrá más que ustedes mismos? En residencial San Ignacio examinen quién es el oficinista del Seguro Social que adquirió condominios valuados en unos 15 millones de lempiras. ¡Jugosa licitación!
Indaguen en la Universidad de Harvard a qué “héroe” hondureño lo tienen de “ejemplo de honestidad”. Busquen en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) –donde se graduaron- porqué exrectores pagaron millones por la “construcción” de edificios que solo existen en maquetas.
BECAZO. Demanden del Congreso Nacional (que “honrosamente” los asignó) el porqué no se abrió juicio político contra sus antecesores por no enviar deshonestos al calabozo.
El “lechazo, chinazo, gasolinazo, pasaportazo, chatarrazo y basculazo” son ficción. ¿Qué película filmarán ustedes?
Si el candidato oficialista promete educación, tanteen quién cercano a Casa Presidencial (donde tapan balances) desvió 50 millones de lempiras para becar a miles de niños con excelencia académica en escuelas públicas. Vean y no esté en afiches. Encuéntrenlo, castíguenlo y lo fichan. No sirvan de payasos.