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El reino de Gabriel García Márquez

En este 2012 Gabriel García Márquez no solo celebró sus 85 años, también se festeja la víspera de los 30 años después del Nobel de Literatura. Pero esas fechas se manchan con un diagnóstico de demencia senil

02.09.2012

Gabriel García Márquez no tiene demencia senil, sino realismo mágico”. Esta frase la utilizan algunos de sus seguidores a raíz de la noticia sobre su enfermedad.

Es una forma de definir lo que le pasa al autor de “Cien años de soledad” haciendo referencia a su estilo literario.

Hace algunos meses (el 6 de marzo), “Gabo” cumplió sus 85 años, además en este 2012 se celebra el 30 aniversario de haber obtenido el Premio Nobel de Literatura. Sin embargo, estas fechas se han ensombrecido por las noticias de que el célebre escritor sufre de demencia senil.

¿Un mundo sin Macondo? “Esta palabra (Macondo) ha atraído mi atención desde los primeros viajes que había hecho con mi abuelo, pero solo he descubierto como un adulto que me gustaba su resonancia poética”, dijo en una ocasión García Márquez.
Macondo no es un invento, ni mucho menos un fraude, es el mundo que él creó para sus lectores y que la Academia Sueca tuvo a bien adoptar como suyo.

“Gabo” no solo idealizó su propio mundo, creó uno para todos, en donde cohabitan todo tipo de personajes. Ha enseñado a amar su realismo mágico y a no concebir el universo sin sus historias variopintas, atributos que lo consagran como uno de los escritores más grandes hoy en día.
“Las ilusiones no se comen, pero alimentan”, escribió en una ocasión, pues bien, él ha alimentado a su público hasta la saciedad con cada una de sus obras, cuentos, crónicas, reportajes y notas de prensas.

Desde “La hojarasca” (1955), su primera novela, los lectores han seguido sus obras como un estandarte de la literatura no solo latinoamericana, sino mundial.

La soledad de América Latina. Así se tituló su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1982.

En uno de los fragmentos dijo: “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no solo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.

También, como parte de su discurso (o defensa) sobre el realismo mágico en América Latina, se refirió a Honduras: “El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas”, dato que también maneja Eduardo Galeano, pero que según el morazanista Miguel Cálix Suazo es erróneo.

Vivir para contarla (2002). Quienes siguen, admiran y aman a Gabriel García Márquez seguramente disfrutaron de la obra “Vivir para contarla”, una novela autobiográfica en donde relata su infancia en Aracataca, la historia de amor entre sus padres y la suya con Mercedes, su esposa.

También cuenta sobre su época de estudiante, cómo se fue haciendo escritor, dónde publicó sus primeros artículos, las situaciones adversas (sobre todo en el aspecto económico) por las que pasó, detalla cómo descubrió a escritores como Jorge Luis Borges, D. H. Lawrence, Aldous Huxley, Graham Greene, Chesterton, William Irish, Katherine Mansfield y a muchos más. Y cuando firmó en su primera nota en la página editorial de El Heraldo de Barranquilla, el 5 de enero de 1950, con el seudónimo de Septimus.

“Vivir para contarla” concluye con el inicio de su historia de amor, cuando le propuso matrimonio (con un plazo de un mes para esperar respuesta) a su ahora esposa (Mercedes) y cómo ella aceptó el trato.

En 2004, el autor publicó “Memorias de mis putas tristes”, una obra (censurada en Irán) que cuenta la historia de enamoramiento de un anciano por una adolescente virgen.

Posteriormente, en 2010, escribió “Yo no vengo a decir un discurso”, una compilación de 22 textos escritos a lo largo de su vida para ser leídos en público.

En los primeros meses de 2012 se editó “Todos los cuentos”, en donde el lector encuentra diferentes relatos como “Ojos de perro azul”, donde se incluye “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo”, “Los funerales de la Mamá Grande”, “Doce cuentos peregrinos”, entre otros. Son cuarenta y un relatos en total albergados en un solo volumen. Esta recopilación abarca los escritos desde los años 40 hasta mediados de los 90.

Su habilidad literaria ha hecho que sea imposible no hacer una apoteosis sobre García Márquez, un ilustre literato que en estos momentos puede estar perdiendo la memoria debido a su enfermedad, pero que está atrapado dentro de los recuerdos de toda una generación que ha crecido con cada uno de sus relatos y que cree en Macondo, en niños que nacen con cola de cerdo, en mujeres que ascienden al cielo en cuerpo y alma; un público que se deja seducir por ese realismo mágico que unos no tragan pero que a otros muchos les ha alimentado el espíritu desde sus primeras obras literarias.

Los pensamientos de Gabriel García Márquez están inmersos en una soledad que no solo es suya, sino de América Latina y otras partes del mundo, desde que se conoció su diagnóstico, y es que “Gabo” se puede olvidar del mundo, pero el mundo jamás se olvidará de él.