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Dos años y medio de gobierno; El precio de la izquierda

Las turbas virulentas, dirigidas en todo el país por quienes en el pasado reciente juraron vanamente “trabajar” por el menesteroso, hoy forman parte de las grandes canonjías del poder.

16.06.2012

Cuando Porfirio Lobo Sosa asumió la presidencia de Honduras, en medio de gritos de seudoizquierdistas callejeros acusándolo de “golpista”, respaldados por “periodistas en resistencia”, jamás imaginamos que nomás vociferaban por dinero y no por convicción.

“Debemos conformar un gobierno de Unidad Nacional donde todos los partidos tendrán su participación”, dijo “Pepe” Lobo antes de jurar como mandatario.

Las turbas virulentas dirigidas en todo el país por quienes en el pasado reciente juraron vanamente “trabajar” por el menesteroso, hoy forman parte de las grandes canonjías del poder.

Cómo olvidar los hondureños cuando un buen número de falsos dirigentes campesinos, sindicales, obreros y hasta periodistas acusaban de “defacto” al régimen Lobo-Hernández y compañía.

Hoy, a dos años y medio de administración, este remedo de charlatanes, vividores de las luchas populares y terroristas del periodismo disfrutan las mieles de la alcurnia política otrora acusada por ellos mismos de “golpista”.

EL PASTEL. Inicia el gobierno, convertido el Partido Nacional en un “jugoso” negocio para “Pepe” y Juan Orlando. El primero puso a sus secretarios de Estado y, el segundo, hasta inventó nuevas vicepresidencias del Congreso para quedar bien con la “izquierda” del sillón, de la camioneta, del chofer, de la secretaria, de la amante, de la movida y de tantas cosas que más adelante mencionaremos.

El otrora hombre del “puño firme” nombra a César Ham en el Instituto Nacional Agrario y a Felícito Ávila en la Secretaría del Trabajo, entre otros.

En los últimos meses, para terminar de emborracharnos, el mandatario pone a investigar “chepos” al “milusos” Víctor Meza, principal asesor que tuvo “Mel” Zelaya, con el famoso Poder Ciudadano.

De manera simultánea, su incondicional hombre en el Congreso, incrementa la burocracia, no importa cuánto nos cueste a los hondureños y crea una nueva vicepresidencia para el “defensor de las multitudes pobres”, Marvin Ponce.

Casi ninguno de los altos dirigentes del partido de gobierno sale como escudo protector de “Pepe” y Juan Orlando. “No todo lo que hemos aprobado en el Congreso es malo, legislamos por la grandes mayorías”, alega con bullicio constante la “chicharra” de Marvin Ponce.

Si algo hay que reconocerles a estos dos dirigentes del “negocio azul” es que tienen un alto poder de persuasión para neutralizar a pinches gritones de calle, de micrófonos y de cámaras. Con “la plata baila el mono”, canta Wilfrido Vargas.

“Pepe”, Juan Orlando y la mayoría de diputados prometieron lo de siempre: “Legislar” por el bien del pueblo, pero el “Cambio Ya” nos ha metido como siete paquetazos y, de remate, tenemos una devaluación diaria y grosera.

Se preguntará usted por qué tener a la “izquierda”, y a los periodistas de la “falsa resistencia”, comiendo en el mismo plato. Sencillo, mientras dure la administración, se neutraliza al “mamón”.

Cuando el muchacho de El Molinón, vecino de Celaque (altas ligas), aprueba un leñazo en el Legislativo, Marvin Ponce, defiende a capa y espada la puñalada contra la pobrería y, otros, la secundan, aunque sean suplentes.

LUCHA. Contrario a su promesa de campaña de “traer paz a la nación”, Lobo pelea con los medios de comunicación, le mete fuego al Aguán y a las cañeras.

César Ham saca pecho por él y no deja que ni el pétalo de una rosa lo toque. “Es nuestro señor presidente”, repite constantemente Ham. “Lo que haga tu mano derecha que no lo sepa la izquierda”, reza una frase popular.

“Los revolucionarios se han convertido en marionetas y en empleados gubernamentales”: Ernesto “Che” Guevara de la Cerna. El mismo que adoptó papel de “todopoderoso” en Cuba, donde ocupó sinnúmero de cargos en los primeros dos años de la dictadura de Fidel Castro.

Pareciera que la historia de los socialistas en cualquier parte del mundo es maldecir y culpar de nuestras desgracias al capitalismo, a los grupos de poder, pero si forman parte del sistema corrupto, la intención es desacreditarlos y demeritar su “gran labor”.

En nuestro país esto hemos parido: “izquierdistas de estómago” y no de convicción; así también, periodistas corruptos que fácilmente acusamos a los demás de léperos.

Tenemos políticos y empresarios que, por conveniencia, cobardía o por tener techo de vidrio, no les importa más que la melcocha, el tutifruti ideológico. El rumbo de todos es el mismo: el olor al billete.

Todos alegan que luchan por las “causas justas” y son cómplices de la picardía, el descaro y la frialdad del “garrote” inmisericorde con que golpean. “El malvado acepta soborno en secreto para torcer el curso de la justicia”: proverbio.

Ojalá este grupo de “representantes genuinos” de los pobres se arrepienta y crea que sí existe un ser omnipotente, omnisciente, omnipresente que es Dios, pues de lo contrario quedarán como Hugo Chávez Frías y muchos falsos que al borde de la muerte piden una segunda oportunidad y es demasiado tarde.