Opinión

Visitar al doctor y también al médico interno

Cada día deberíamos hacernos conscientes de que nuestros pensamientos y nuestros diferentes estados de ánimo, con el tiempo, actúan en nuestro organismo y producen en este lo que con anterioridad depositamos en nuestros pensamientos. Esa forma de pensar afectó también a nuestro estado de ánimo y a nuestros sentimientos. Un descontrolado acceso de ira puede, por ejemplo, desequilibrar totalmente nuestros fluidos corporales, acidificarlos y convertirlos en tóxicos, de forma que terminarán actuando de forma correspondiente en nuestro cuerpo.

Lo que nos afecta puede tener eventualmente un factor desencadenante en lo externo, pero el causante no es otro que nosotros mismos. Lo que hemos grabado en nuestras células, sistemas celulares, órganos, en todas las reacciones y funciones corporales y en nuestra alma, ha sido una acción precedida previamente en nuestras sensaciones, sentimientos y pensamientos, y que inevitablemente ha producido una reacción correspondiente…

Si estamos dispuestos a abrir nuestro corazón para la fuerza de nuestro verdadero “ser”, para la fuerza del sanar y del volverse sano, deberíamos atenernos a las frases de enseñanza de Jesús de Nazaret que muestran el paso a la verdadera vida y que finalmente se encuentran todas ancladas en el mandamiento principal de Dios: Ama al Señor, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a ti mismo.

Pues cuanto más nos unamos con la gran y poderosa ley de la vida, y nos sintamos en consonancia con ella, tanto menos problemas nos dará nuestro cuerpo. Cada uno de nosotros determina por sí mismo en qué medida se abre para la sanación completa de la totalidad…