En cualquier momento o etapa de nuestra vida tenemos episodios de crisis: familiar, profesional, social, política, económica, etc., en relación a los diferentes escenarios en que nos desenvolvemos y al contexto en que estemos inmersos. Unas más fáciles y otras más difíciles de superar, dependiendo de la complejidad y dimensión de cada una. Para superarla debemos aprender de nuestros propios errores, los que en muchos casos nos llevan a crearla.
Para sobrevivir y tener éxito, tratándose de cualquier persona, institución, organización, empresa, poder del Estado o sociedad en general, deberá convertirse cada uno en un verdadero agente de cambio y el modo más eficaz de lograrlo es asumiendo una actitud diferente y haciendo un compromiso primero con uno mismo y después con los demás frente a las situaciones adversas y conflictivas que se presentan. Nuestras acciones tienen un gran impacto en la vida que llevamos, por eso debemos procurar que sean positivas y transparentes. No obstante, sabemos que toda crisis produce gente capaz de superarla. Afloran del interior de cada uno la voluntad, capacidad, virtudes, sabiduría, talentos y dones que poseemos para compartirlas con los demás en procura del bien común.
Indudablemente que lo que está aconteciendo actualmente en nuestro país es una crisis social, política y económica generada por la corrupción a todo nivel, la delincuencia desenfrenada, la violencia y criminalidad sin precedentes, ocasionada por la pérdida de valores.
Veamos la crisis como una oportunidad de crecer persona, familiar, laboral y socialmente y construir una mejor vida y un mejor futuro para todos.
