Opinión

Un partido de fútbol

Fue solo un partido de fútbol, pero sí tuvo virtudes innegables.

Silenció a los pesimistas, a las aves agoreras, que basándose solo en los peores momentos de la Selección Nacional vaticinaban el final de su camino hacia Brasil; enseñó que cuando existe planificación táctica y estratégica, que cuando existe cohesión, trabajo de conjunto, optimismo e inspiración, los chispazos de grandeza no son un imposible.

Que el equipo contrario estuvo en uno de sus peores momentos, según los comentaristas canadienses, quizás también sea cierto; pero es que en las competencias deportivas, como en la lucha diaria, para alcanzar el progreso individual y colectivo también abundan las oportunidades y la diferencia entre el éxito y el fracaso está en la capacidad o la incapacidad para aprovecharlas. Y los muchachos de la H aprovecharon al máximo.

¡Claro, es solo un partido de fútbol! Un entrenador con una veintena de jóvenes a su disposición, de los que solo 11 saltan a la cancha para hora y media de juego o, excepcionalmente, unos minutos más. Es más fácil ejercer el liderazgo y lograr la cohesión que neutralice el egoísmo y otros enemigos de la colectividad.

Pero un simple partido de fútbol, en el que hubo un perfecto alineamiento de todos los elementos necesarios para alcanzar el éxito, por muy fortuito que haya sido, también sirve para exhibir debilidades humanas como esa de dar la espalda a los perdedores y arrodillarnos ante los ganadores, aunque estos sean los mismos en diferentes tiempos.

Fue solo un partido de fútbol, pero con él pasamos a la ronda final del proceso clasificatorio de Concacaf para el próximo mundial. No somos una potencia fútbolística, pero un desempeño como el mostrado por la H el pasado martes no deja lugar a dudas de que el potencial existe, de que con un liderazgo genuino, honesto y que nos haga sentir orgullosos, no es una utopía soñar en grande.

Fue solo un partido de fútbol. Pero también fue un derroche de acción, de unión de propósitos, de aprovechamiento máximo de los recursos disponibles, de entrega, de fuerza, de grandeza, de superioridad.

Fue solo un partido de fútbol, pero hay tantas lecciones que aprender y tantas actitudes que imitar, que ojalá ese espíritu triunfador que la Selección Nacional exhibió en San Pedro Sula pudiera irradiarse a lo económico y lo social porque en estos campos estamos “horrible”, tal como describió Stephen Hart la actuación de sus muchachos.

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