Desde que se anunció el proyecto para instalar en Tegucigalpa un sistema de Bus de Transporte Rápido (BTR), bautizado aquí como Trans 450, algunos empresarios del transporte se opusieron rotundamente debido a que sus destartaladas unidades, que hasta ahora dan el pésimo servicio, quedarían fuera de circulación.
Pero lo cierto es que la capital urge de un sistema de transporte público eficiente, seguro y cómodo, que también contribuya a descongestionar las limitadas y maltrechas vías que, además de la pérdida de tiempo y dinero para los conductores ocasionan más desperdicio de combustible y más contaminación ambiental.
Y no hay duda que el uso de grandes autobuses articulados, circulando por una vía exclusiva y, por lo tanto, con total fluidez, como ya ocurre en ciudades de Guatemala, Chile, Perú y Colombia, es una acción concreta para solucionar esta problemática, que también contribuirá al ornato y a la modernización de nuestra capital.
En ese sentido, resulta plausible el avance logrado en la obra después de un año de iniciada, pero también repudiable que quienes se oponen a la misma aprovechen cualquier coyuntura para intentar desprestigiarla y hasta paralizarla como ocurre ahora al sobredimensionarse alguna incertidumbre porque todavía no están en el país los autobuses que cubrirán la primera fase del proyecto o porque la actual corporación municipal anuncia que no hay dinero para construir los puentes peatonales que permitirán el acceso de los usuarios a las respectivas estaciones.
Aunque los técnicos no lo consideran apropiado y el exalcalde y actual designado presidencial, Ricardo Álvarez, incluso ha llegado a escribir en Twitter que “eso pondría en riesgo la continuidad del proyecto”, lo cierto es que si los trabajos estarán completados hasta el próximo año, la actual corporación también tiene razón al pretender darle un uso temporal a los carriles para el Trans 450 que ya están concluidos para que circulen por ellos vehículos livianos a fin de disminuir los infernales atascos viales ocasionados por la obra.
Lo importante al final es que, como de hecho ya lo ha prometido la Alcaldía capitalina, el Trans 450 sea una realidad para beneficio de la capital, aunque todavía siga causando algún escozor en algunos sectores, principalmente de los empresarios del transporte urbano.