Opinión

Tiempos de miedo e indignación

Durante la “guerra fría”, en la que dos superpotencias luchaban en diferentes campos por el control hegemónico del Planeta, los más idealistas creían que vendría un mundo de progreso, armonía y tranquilidad, ya que todos los recursos que se dejarían de dilapidar en ejércitos y armas se podrían invertir en la lucha contra la pobreza, la desigualdad, la injusticia, el deterioro ambiental.

Varios años han pasado desde entonces, y las cosas siguen igual o peor. Ni siquiera la carrera armamentista disminuyó y más pareciera que las guerras se siguen produciendo no solo para aplastar a quienes piensan diferente a los más poderosos de la tierra, que también tienen los principales centros de investigación y fábricas de armas, sino para que estas mismas empresas puedan vender su mortal producto y así seguir investigando, diseñando, fabricando y vendiendo.

Para colmo, también el sistema económico y político impuesto por los grandes ganadores de la Guerra Fría, desde hace tiempos comenzó a mostrar signos de agotamiento, que en la actualidad ya son obvios hasta para los más fanáticos de sus defensores. Así lo demuestra la crisis económica global que comenzó, precisamente, en la única superpotencia sobreviviente, y ahora asfixia a sus satélites en el resto del mundo.

Tan irónica es la situación, que la única potencia comunista sobreviviente: la República Popular de China, no solo es la principal acreedora de la endeudada superpotencia, sino también es vista como la tabla de la salvación para gran parte del mundo capitalista.

Todo esto ha elevado hasta el paroxismo los problemas sociales y con ello el miedo y la indignación de la clase media y los pobres del mundo que, al final, son los que están pagando y pagarán los “platos”, mientras quienes los “rompieron” son los primeros en recibir auxilio del mismo dinero que, de las más diversas formas, le están quitando a las víctimas.

Por eso vemos crecer las multitudinarias protestas, el derrumbamiento de los partidos políticos tradicionales, la caída de gobierno de todo tipo y hasta la burla, de tinte suicida, de los electores como ha sucedido en Italia, donde han dejado en manos de un bufón de la política, --como Silvio Berlusconi--, y de un cómico que no cree en la política ni en los partidos, --como Beppe Grillo-- el poder de formar gobierno y, por lo tanto, del manejo de la crisis.

También el miedo y la indignación, si no no son morigerados y canalizados por el raciocinio y la ideología, pueden ser peligrosos.

Tags: