Rojo, amarillo, verde. Esos son los colores que identifican al semáforo, aparato que nos ayuda y facilita la movilidad en las ciudades. Cuando funcionan hacen un buen servicio, aunque muchos están deteriorados y más bien estorban; igual ahora se utilizan en las conferencias a manera de controlar a los presentadores en sus tiempos, el amarillo les avisa que faltan tres minutos para finalizar.
Pues bien, este mismo aparato sirve en Colombia para que el presidente Santos evalúe a sus ministros; con el apoyo de su alta consejera de Buen Gobierno, establece los indicadores a medir y procede a una presentación en Power Point y al finalizar, la consejera lanza el color de acuerdo a las metas cumplidas: Verde, excelente; Amarillo, regular; y Rojo, reprobado.
En este mes de diciembre ya los hondureños estamos acostumbrados a que el Presidente de turno anuncie que hará cambios en su equipo de ministros, lo cual en muchos de ellos causa un trauma y se han de sentir como el pavo o cerdo que ya pronto les llegará su día, y los especuladores están ya con listados de los que se van y los que vienen.
La realidad es que esta costumbre nos parece una falta de seriedad institucional en la administración estatal que indudablemente afecta el buen desempeño y resultados, ya que tiene un efecto múltiple, internamente se paralizan muchas funciones de colaboradores afines del que está en la cuerda floja y en lo externo se da un compás de espera al diálogo de proyectos para no gastar esfuerzos. A la larga perdemos todos los hondureños.
Constitucionalmente el Presidente de la República tiene las facultades de separar a los funcionarios que no están cumpliendo con los indicadores marcados en cualquier momento, no ocupa pedirles la renuncia; el oncólogo que descubre cáncer en su paciente no espera que llegue diciembre para tratarlo si lo detecta en febrero, pues igual debería actuar nuestro gobernante.
Siguiendo el método colombiano, pongamos el semáforo a trabajar, cualquiera diría que se lo pongamos al Presidente primero. Este, creo, pasa por todos los colores y es normal, gobernar en estos momentos de crisis mundial y con las situaciones estructurales locales no es fácil; asimismo llegó al cargo por elección popular y tiene un contrato de cuatro años y estamos en la obligación de cumplirlo, pero no quiere decir que no podemos evaluarlo.
Los indicadores del Plan de País deben ser la base para evaluar a cada secretario de Estado y presidente de entidad autónoma o adscrita a una de estas (aunque muchos ni lo conocen bien, aunque deberían. Está como Biblia en su escritorio) y revisar todos los días y hacer autoevaluación de cumplimiento de metas.
Considero que el semáforo, más allá de ponerlo ya en funciones, debería ser previo al nombramiento, si somos serios y queremos un buen desempeño, cada funcionario debe tener la profesión, experiencia y trayectoria para el cargo a desempeñar. Admitamos que sea del color del partido de gobierno, pero que cumpla con esos requisitos es básico. Para ser honestos, el presidente Lobo, más allá del malestar del alcalde de Tegucigalpa, ha integrado a su gabinete a miembros de todos los partidos en una política de unidad nacional, los colorados tienen sobrados requisitos y han cumplido un buen desempeño, a los verdes es difícil sacarles el rojo, ambos tienen vasta experiencia en la materia; el del Pinu desde que inició llegó vestido de rojo, a la UD tenemos que buscarle otro color ya que ninguno de los tres le llega; en el caso de los azules, el rojo los asusta, hay algunos que tienen la capacidad o formación especializada para el puesto, pero igual hay otros que casi nada, por lo mismo hay una mezcla de colores de los tres. Por lo anterior diría que hay un congestionamiento, ya que el semáforo no fue puesto desde el inicio y solo sirve en diciembre, aunque hace unos pocos meses funcionó.
Honduras es una empresa que merece y requiere buenos administradores, los recursos financieros y materiales con que contamos son escasos, debemos tener la capacidad de potenciarlos a lo máximo. Ahora bien, este país es de todos, así que el trabajo de llevarlo a una carretera de desarrollo, de crecimiento, no solo es del gobernante de turno, los empresarios, los trabajadores, todos somos responsables, así que revisemos nuestro desempeño y aporte. Han pasado casi ya dos años de este gobierno, y nos queda igual periodo, por lo mismo revisemos el semáforo, pongámoslo a trabajar las 24 horas, que seriamente funcione y que dé el rojo, amarillo y verde antes de que sea tarde.