Es obvio que si se mantiene la impunidad en los casos más impactantes, como el asesinato del titular de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico o el del exasesor en materia de seguridad Alfredo Landaverde, o aquellos que fueron rápidamente esclarecidos (gracias a la diligencia de las madres de las víctimas), como el de los dos estudiantes universitarios asesinados fríamente por policías, mucho menos se puede esperar en el caso de los centenares de miles de compatriotas masacrados por delincuentes comunes, sicarios del crimen organizado o uniformados que traicionaron a su institución y a su pueblo.
Los casos de homicidios (por supuesto que también de los demás delitos) se amontonan en la Policía, en la Fiscalía y en los Juzgados, sin que la inmensa mayoría se investiguen, sin que se esclarezcan y sin que sean judicializados.
A veces, por las presiones sociales y de los medios de comunicación, a regañadientes se avanza un poco o los esfuerzos se enfocan en casos de poca monta o en los niveles más bajos de los grupos criminales.
Si en el caso del hijo de la rectora de la UNAH y su amigo, donde se estableció quiénes fueron los policías que los persiguieron, les dispararon y hasta remataron de un tiro a uno de ellos, y los que llegaron de “refuerzos” -y, por lo tanto, sus jefes directos-, si en este caso también los perpetradores están prófugos, pese a que estaban detenidos al momento en que fueron plenamente identificados, ¿qué se puede esperar en otros casos?
Si en el caso del llamado “impuesto de guerra” es información de dominio público los puntos de taxis y autobuses, talleres de mecánica, salones de belleza y otros pequeños negocios, donde los propietarios son víctimas de este ilícito, si ya abiertamente se dice que incluso ahora las víctimas depositan en cuentas del sistema bancario, si se trata de cantidades millonarias que fácilmente podrían rastrearse, ¿cómo es que apenas, de vez en cuando, como para “taparle el ojo al macho”, capturan a uno o dos “cobradores” o “conserjes”, en vez de caerles de una buena vez a los meros jefes y desmantelar de verdad estas organizaciones criminales?
Por supuesto, muy poco se puede esperar mientras no se depure de verdad la Policía, la Fiscalía y el Poder Judicial. Y ese proceso va tan lento y zigzagueante que tendrán que hacer cosas extraordinarias para que podamos ver resultados concretos en lo que falta del actual gobierno.