Opinión

Premiando a lobos

En Honduras ya estamos acostumbrados a que las buenas noticias, las verdaderas, pasen por alto, sin darle mucha cobertura y es cuando la población catracha se queda con las ganas para el deleite y la sabrosura acerca de acontecimientos imperecederos que no deberían colgarse en el olvido.

En enero de este año, el diputado y jefe de bancada del Partido Nacional, y que tiene en su currículo una declaratoria sublime de admirar hasta la muerte al inmortal Rafael Leonardo Callejas, nos regaló una propuesta de decreto considerada como la propuesta legislativa del año, destinada, tal como sucedió, a condecorar con la Orden en el Grado de la Gran Cruz Extraordinaria con Placa de Oro al expresidente de la República, Porfirio Lobo Sosa, y que para más señas fue secundada con patriotismo de fuego por los partidos Unificación Democrática, Democracia Cristiana y, por supuesto, con el voto infalible de “la plancha”, de muchos patricios y famosos del parlamento.

La propuesta fue sustentada por la indubitable y necesaria respuesta que “tiene la patria” para uno de sus hijos que consagró su gestión en la presidencia de la República a erradicar “el desempleo y la delincuencia” y el haber “reconciliado” a la familia hondureña.

El tribuno que secundó el decreto, el que se sabe de memoria todos los libros de José Ingenieros y el “Leviatán” de Tomás Hobbes, se alzó, bigote en ristre, desde su butaca y lanzando fanfarrias con su garganta de trueno gritó a un colega suyo que quiso hacer burla de la propuesta de decreto, expresándole con exquisita diplomacia que no fuese mezquino porque la “mezquindad es el cieno de las almas purulentas” y que no importaba si el condecorado estudió o no en la Patricio Lumumba de la vieja Unión Soviética o que si fue comunista o no, en su juventud, que lo más importante era que “el presidente hizo acciones invaluables”. “Lo digo en nombre de la diosa Temis, porque este recibió un país en crisis y nos lo entrega hoy, con suficientes razones para sentirnos orgullosos y dignos”. A nuestro amigo y líder le tocó tomar las riendas del gobierno en una situación especialmente delicada y él tomó la decisión de conformar un gobierno de unidad e integración nacional (EL HERALDO 27/01/14), y por eso se merece incuestionablemente este reconocimiento, argumentó el togado legislador, mientras sus correligionarios no cabían ni en sus asientos ni en su ego multiplicador.

El Congreso impune está feliz con “Pepe” Lobo, el estepario, mientras este sonríe para sí, la principal promesa de campaña incumplida cobardemente en su gobierno: reducir el desempleo y los altos como degradantes niveles de delincuencia y violencia en el país.

Empero, la Orden en el Grado de la Gran Cruz Extraordinaria con Placa de Oro en el pecho de “Pepe” Lobo es el acontecimiento del 2014, digan lo que digan; aunque este “galardón” termine siendo, en su volumen ético y moral, una pesada losa del tamaño de una vergüenza para la nación.

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