El bipartidismo demostró vigencia y hegemonía política reforzando la democracia que queremos mantener si es que aprendimos de los errores y horrores del abuso del poder impuestos por la autocracia, sobre todo de Zelaya y Lobo.
Lamentable tardanza del TSE para informar los resultados. No superamos el atraso tecnológico ni mental. “Los partidos políticos hacen lo posible por demostrar al electorado la inutilidad del voto”. La propaganda electorera, constelación de inutilidades y de inútiles, provoca el silencio reflexivo del electorado para otorgar el voto. Las elecciones dejan lecciones a los dirigentes políticos para que salgan de ese ostracismo absolutista que autoelimina más temprano que tarde. Es lo merecido y deseado. Hemos sido electores torpes por seguir al prometedor de ilusiones y no al conocedor de soluciones.
Perdieron seis nacionalistas, las Fernández fans de Hernández; Barnica y Anduray denunciaron de corrupto al ganador pero raudos besaron su mano jurándole sumisión. Ser “hombre de partido” es abyecta negación de ser ciudadano responsable. De desafiantes adversarios a complacientes solidarios. Triste oficio.
Miguel debe convencerse y no insistir más. No es lo que cree ni cree lo que es.
Ricardo fracasó como “buen samaritano”, “papaíto, pa lante” y el “súmate” copiado de los chilenos. Falta talento político. Lo pajeó Maduro y Esdras López lo desbarató hasta la mofa haciéndole aflorar lo tonto al victimizarse y compararse con “Mel” y pedir disculpas. Pusilánime.
Liberales perdedores, el toro debe saltar la tranca para no seguir pastando política y el que ya ni en su pueblo ganó porque se cumple la imprecación que nunca será gobernante. Necesitamos jóvenes preparados con vocación y capacidad de líderes y ellos no lo son ni lo serán nunca.
La oferta de diputados era decepcionante y ofensiva, perdieron los anodinos y menos conocidos y perderemos todos si quedan los repitentes que nunca aprendieron ni aprenderán y unos nuevos que ya veremos qué harán. La impuesta “diputada de la unidad” se la jugó con dos precandidatos para asegurarse el gane, pero tuvo su final merecido. Flores, como dice en su misiva plañidera, debe colgar las banderas para no seguir dañando a su partido.
De los “libre…rales” no hay nada que hablar. Hay descontento entre sus azuzadores por las mismas triquiñuelas que ahora critican del bipartidismo que los hizo lo que nunca debieron ser. Los traidores siguen herrados.
Conclusión, los que perdieron no pudieron demostrar con poses ridículas que eran diferentes y consecuentes con el pueblo, que nada tonto, aplaudía pero sabía que le mentían y el pueblo, señores debe respetarse, porque está harto de mentiras, de incumplimientos, de corrupción y no cree en santos que orinan. Ahora al abrazo hipócrita con los que ganaron para continuar en la jodienda de esta molienda de hacer presidentes que imponen a desconocidos pero convenientes para sus planes, que ignoramos si incluyen a Honduras, como designados, alcaldes y diputados al Congreso y a ese Parlacen, “refugio de nuestras vergüenzas”.
Los que perdieron pierden y punto. No negocien cuotas de poder ni se repartan la patria como vendimia. No sé si ganamos con los que ganaron o si seguiremos perdiendo como siempre. No sé.