El nuevo fiasco de la Selección Nacional de fútbol en su tercera participación en un Mundial, con un desempeño inferior al mostrado en España 1982 y en Sudáfrica 2010; la inseguridad, el temor, el empequeñecimiento de los muchachos y el caos en el campo de juego, no son más que la actitud individual propia de la mayoría de los hondureños ante la vida misma, que incluso se muestra con mas profundidad en el plano colectivo.
Y como en otros campos de la vida en Honduras, el pobre papel del seleccionado nacional en Brasil 2014 –donde no obtuvo ni un punto y apenas un gol— no puede ser atribuido a la falta de recursos u oportunidades, sino al mal uso de ellos. Así lo demuestra el hecho de que muchos de los jugadores nuestros han sido contratados por equipos extranjeros, el desempeño destacado de algunos de ellos en el período clasificatorio y los muchos chances desperdiciados para hacer anotaciones y obtener victorias.
En realidad, las tres derrotas, los ocho goles recibidos, --con todo el apoyo económico y moral que se le dio a la H— son un espejo en el que debiéramos vernos los hondureños, ya que la misma actitud pusilánime, insegura, pesimista, es la que se convierte en el principal obstáculo, ya no solo para alcanzar metas superiores sino incluso para aspirar a alcanzarlas.
Ni los malos gobiernos, ni la corrupción, ni la pobreza, ni las limitaciones, ni la inseguridad ni nada es excusa válida para caer en el derrotismo, en el negativismo, en el conformismo, en la falta de sueños de grandeza individual y colectiva. Con coraje, con voluntad, con espíritu de sacrificio, con confianza, con firmeza, con tenacidad, no hay imposibles, ya que incluso los recursos exiguos resultan suficientes si se hace un máximo aprovechamiento de ellos.
Más que de seguir lamentando lo ocurrido en el Mundial, se trata de ver las causas y hacer las correcciones necesarias, pero no solo al interior de la Selección Nacional, sino también con respecto a lo económico, lo social, lo político, el arte, la cultura, la industria, el comercio y en todos los demás aspectos. Se trata de que los hondureños, como individuos y como sociedad, elevemos nuestra autoestima, que creamos más en nuestras propias capacidades y que asumamos los retos con entereza, con coraje, sin miedos ni conformismo.