Si la corrupción y otras formas de violar la ley impunemente cometidas por quienes tienen el verdadero poder en Honduras, han sido un mal ejemplo seguido por los delincuentes que hoy asesinan, roban, secuestran, amenazan y aterrorizan a la población honrada; muchos hondureños todavía estamos a tiempo de evitar seguir el mal ejemplo de la forma en que se manejan los recursos desde el gobierno o de desandar los malos pasos dados hasta ahora en ese campo.
La regla básica en el manejo del dinero es elemental: jamás gastar más de lo que se recibe. De ahí para allá hay muchas cosas que se pueden hacer, ya sea para disminuir gastos o para incrementar los ingresos. Sin embargo, a partir de ahí surge otra máxima: la única razón inteligente para endeudarse es la inversión rentable.
Por supuesto que el principio de todo es la planificación porque absolutamente nada puede resultar bien si es producto del caos, del desorden, de lo errático, de la indecisión, de lo ambiguo.
Es muy difícil, por ejemplo, convencernos que el gobierno actual este año sí tendrá éxit, pues desde la propia cúpula mantiene posiciones indecisas, contradictorias, alejadas de un proyecto claramente definido, bien organizado, en el que todos sus componentes se van activando según lo planificado.
El zigzagueo en los anuncios de la Secretaría de Educación con respecto al desorden administrativo y a la confrontación con los dirigentes magisteriales, y la orden del propio presidente Lobo de reintegrar a unos 4,000 burócratas que habían sido destituidos en el marco de planes de austeridad previamente promocionados, son ejemplos palmarios de que la cosa seguirá igual y que, por lo tanto, no podemos esperar al final de este año resultados distintos a los que tenemos ahora.
En ese sentido, los hondureños, en lo individual, debemos actuar en forma distinta: planificar con base en nuestros propios recursos, establecer cada una de las etapas a seguir en nuestros proyectos personales o familiares y después empeñar todos nuestros esfuerzos y voluntades para ir alcanzando nuestra meta paso a paso, sin retroceder ni siquiera ante las dificultades o las propias oposiciones internas o externas.