Las dramáticas e intolerables estadísticas recién divulgadas por UNICEF relativas a niñas (os) y adolescentes hondureños revelan que el 68% de la población nacional menor de 18 años es pobre, por lo que 2.4 millones de infantes y jóvenes no acceden al menos a uno de estos derechos: nutrición, agua potable, servicios sanitarios, salud, vivienda, educación o información.
Estas cifras complementan las recopiladas por el INE en la 41 Encuesta de Hogares, también reveladoras de la alta situación de riesgo y vulnerabilidad en que transcurre el cotidiano subsistir de este sector poblacional, lo que es aprovechado por adultos inescrupulosos -en ocasiones sus propios parientes-, para explotarlos y manipularlos de múltiples maneras: forzándolos a prostituirse, mendigar, hurtar o al narcomenudeo.
Así, a estos niños (as) y jóvenes se les roba la posibilidad de poder desarrollar las etapas formativas de su existencia en paz, con amor y afecto, condenándolos a la degradación moral.
Por su parte, la sociedad en su conjunto los rechaza, condena y excluye, convirtiéndose en coautora de ese abandono al hipotecar su presente y su futuro, en permanente situación de desamparo, ayunos de bienestar y solidaridad, expuestos a embarazos prematuros, enfermedades prevenibles, deserción escolar, integración a pandillas.
¿A dónde va a parar su salud física y mental, su desarrollo físico, espiritual y social?
Debe recordarse que las niñas (os) y jóvenes son sujetos de derechos consignados en la Constitución, en los códigos de la Niñez y la Adolescencia y de la Familia, en convenciones internacionales suscritas por Honduras y que esos derechos deben ser respetados y cumplidos.
Combinando esfuerzos y recursos de manera coordinada pueden mejorar las condiciones humanas y materiales en que transcurre el diario vivir de la niñez y juventud, nuestro más valioso capital social, hoy inmerso en la inequidad, desprotección y en la ausencia de oportunidades que les permitan desarrollar sus potencialidades. La continua indiferencia consolidará esta condición infrahumana que puede, y debe, ser superada.