Opinión

'Maldita burocracia”

Para entender la frase del título de este comentario, transcribo el significado de esas desafortunadas palabras dichas por el gobernante de nuestro desdichado país.

“Maldita: Perverso, de mala intención y dañadas costumbres. Condenado y castigado por la justicia divina. De mala calidad, ruin, miserable. No sabe maldita cosa. Que molesta o desagrada. Este maldito ruido que me está dejando sordo”.

“Burocracia: Organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios.

Conjunto de los servidores públicos. Influencia excesiva de los funcionarios en los asuntos públicos. Administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas”.

Esa pésima situación es plenamente reconocida por quien estaba obligado a mejorarla, y digo estaba, porque ya no tiene tiempo de nada, solo de empeorarla.

Reconocer en las postrimerías de su mandato que la burocracia es maldita, es inaceptable, puesto que si es así, el único responsable de esa connotación es el propio gobernante quien nombró a los burócratas que dirigen la organización del Estado atendiendo las ordenanzas de su gestión.

Entonces “de qué se asusta” como dicen que dijo un empedernido politiquero del patio, mejor que asuma su responsabilidad y culpa sin achacárselas a sus achichincles (hombre que de ordinario acompaña a un superior y sigue sus órdenes) que igual que él son incompetentes por haber aceptado ejercer un oficio que desconocen o peor si conociéndolo aceptan directrices de quien ignora el teje y maneje de la cosa pública para que sea real y justa. Nada fácil.

Pero si hubiera sabido seleccionarlos no estaríamos en estas lamentaciones tardías sin remedio.

Decir a esta altura del partido cuando ya estamos capoteados que los funcionarios deben escogerse mediante concurso de capacidades es a todas luces lamentable viniendo de un hombre que ha demostrado su terquedad. “Nadie me va a sacar de mi camino”, ha sentenciado en repetidas ocasiones y nadie lo sacó de su obcecación.

Por ese arrebato no tenemos rumbo ni destino, vamos por un atajo hacia el despeñadero de donde no vamos a salir. Ya se dijo que el próximo gobierno heredará una deuda de 20 mil millones de lempiras además de todos los fracasos gubernamentales en seguridad, empleos, salud, educación y otras apremiantes calamidades que no resolvió ni resolverá.

Esa “maldita burocracia” promovida y consentida por Porfirio Lobo no es más que su falta total de liderazgo, de su improvisación y colusión con los políticos en el poder que gozan y derrochan las miserias del pueblo que entretienen y mantienen con los “bonos”, engaño populista, para depender sin aprender, para saber trabajar para ellos, su familia y la colectividad.

No puede ser líder quien dice sentirse impotente.

Es incompetente. Pasó la prueba de desconfianza y debería ser interpelado y someterse a juicio político. ¿Por qué otros sí y él no?

Su irrespeto es abusivo al atribuirle a sus escogidos el desastre conocido, cuando él dirige esa perversión como también la maldita corrupción e impunidad que mantiene en su mandato.

Cayó sobre Honduras la maldición de los incapaces capataces que mandan sin gobernar.

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