Opinión

Las buenas intenciones de los liberales

Algunos dirigentes liberales siguen haciendo esfuerzos por superar la debacle de 2009, que descarriló a ese partido en su ya tradicional alternancia en el poder (desde el fin de los regímenes militares ellos gobernaban períodos y los cachurecos uno) con el actual partido de gobierno; lo que resultó demoledor ya en las pasadas elecciones fue relegado de aquella posición privilegiada a un tercer lugar como fuerza política del país.

Con tal propósito se han realizado una serie de reuniones en diferentes zonas del país en las que se busca la unidad de todas las fuerzas que quedaron dispersas con la implosión provocada por el derrocamiento del gobierno de ese partido, presidido por Manuel Zelaya Rosales, y el posterior surgimiento del partido Libertad y Refundación y el Partido Anticorrupción.

Pero tanto las posiciones contrapuestas adoptadas por muchos de sus dirigentes en la crisis de 2009 como las dificultades encontradas para definir claramente su papel de partido de oposición no mayoritario frente al actual gobierno, más los obvios intereses personales y de los grupúsculos que giran alrededor de los viejos liderazgos, han convertido en un imposible los planes para reunir lo que aún queda del “partido de las milicias eternamente jóvenes” de José Ángel Zúniga Huete.

El más reciente intento se hizo el pasado fin de semana en La Entrada, Copán, donde el actual el presidente del CCEPL, Mauricio Villeda, negó rotundamente que la crisis haya llegado al extremo de que el Partido Liberal vaya a apoyar a un candidato de otro partido, tal y como había trascendido, para asegurarse que la oposición se haga con el poder en las próximas elecciones.

Allí también se reafirmó la disposición del partido de la enseña rojo, blanco, rojo, a no permitir la reelección del actual Presidente de la República, e incluso la Asociación de Alcaldes Liberales exigió al CCEPL definir una estrategia para garantizar la alternabilidad en la Presidencia de la República en las elecciones generales que se avecinan.

A lo anterior Villeda respondió que uno de los principios liberales es la alternabilidad en la Presidencia de la República y que el Partido Liberal ni con acciones ni por omisión puede secundar “un fallo nulo” de la Corte Suprema de Justicia que le abre las puertas al continuismo y a la reelección en Honduras.

El hecho de que no llegaron a La Entrada todos los dirigentes convocados ni siquiera la totalidad de los diputados es una muestra de que este partido sigue fraccionado y que hasta ahora la pregonada unidad no pasa de ser buenas intenciones de algunos líderes de la institución política que junto al nacionalismo han construido la Honduras que hoy tenemos.