Opinión

La delincuencia y la ambición al dinero fácil

Las causas de la oleada delictiva que nos aqueja son muchas y complejas e igual deben ser las decisiones y acciones que se adoptan con el fin de combatirla integralmente.

Pero hay una buena parte de delitos –corrupción en la administración de recursos ajenos, tráfico de drogas y personas, extorsión, sicariato, secuestros, asaltos bancarios y robo en general-- que son producto del enfermizo deseo de muchos por adquirir dinero rápido y en grandes cantidades.

Obviamente, la sociedad consumista en que vivimos, en la que se valoran mucho más los bienes materiales y la capacidad de compra que las auténticas virtudes morales y humanas de los individuos, es un permanente incentivo para esta clase de sociopatologías.

Este tipo de delitos son cometidos por personas que no necesariamente vienen de los sectores más pobres ni faltos de oportunidades de superación. Así lo demuestran políticos y funcionarios públicos de alto rango que con diversas argucias terminan quedándose con fondos que les fueron confiados para que cumplieran su función ante la sociedad o empresarios y profesionales de éxito que se involucran en el tráfico de drogas y ahora hasta en el cobro del “impuesto de guerra”.

Se dan casos incluso de personas que provienen de familias honradísimas y de holgados recursos económicos, o que personalmente iniciaron desde abajo, honestamente, sus propios emprendimientos, pero quienes, en un momento dado de la vida, optan por el atajo para alcanzar rápidamente grandes riquezas.

No faltan incluso entre los emigrantes aquellos que una vez en Estados Unidos toman contacto con el tráfico de drogas o personas y se dedican a esos ilícitos, lo que les permite acumular rápidamente mucho dinero, haciéndoles salir de la pobreza honesta en que vivían junto a sus también honradas familias para convertirse en nuevos delincuentes que al ser deportados vienen a empeorar la inseguridad que sufrimos.

El gobierno, la sociedad, los padres de familia, las escuelas, las iglesias, todos debiéramos trabajar unidos principalmente con los jóvenes y los niños para marcar en sus conciencias la firme convicción que solo el estudio, el trabajo, la disciplina y la constancia son las que nos pueden proporcionar los recursos que necesitamos para tener una vida plena y feliz, que solo lo obtenido honestamente puede ser considerado como éxito y que las riquezas materiales, contar con un gran poder de compra, no es lo más importante en la vida del ser humano; que la tranquilidad, la seguridad, el respeto y el cariño de nuestras familias y de la sociedad en general es lo que realmente tiene valor imperecedero.

Tags: