La histórica caída en los precios del café en el mercado internacional y los estragos causados por la roya no solo han provocado una drástica disminución en los ingresos por divisas y, por supuesto, en impuestos, sino que amenazan con sumergir a los productores del grano en una profunda crisis, con graves consecuencias socioeconómicas para Honduras.
Lo peor de todo es que hasta ahora ni el gobierno ni las organizaciones de cafetaleros ni otras entidades vinculadas al sector están haciendo algo concreto para disminuir el impacto de una situación que empeorará hasta el paroxismo si continúan en picada los precios del aromático.
Todo mundo aplaudía mientras los productores hondureños elevaban la producción hasta cifras también récord, ya que eso aumentaba la inyección de dólares al mercado nacional, incentivaba la economía y mejoraba la recaudación de impuestos. La cuestión es que los caficultores de otros países hicieron lo mismo que, sumado al estancamiento y disminución del consumo en las naciones ricas, a raíz de la crisis económica que ellos sufren, fueron incrementando las reservas hasta crear un desequilibrio entre la oferta y la demanda.
La semana pasada, la Organización Internacional del Café informaba que en septiembre el precio indicativo compuesto de la organización alcanzó un nuevo récord al descender un 4% hasta ubicarse en 111.82 dólares por libra. “Se situó en el nivel más bajo desde abril de 2009”, señala el reporte de la OIC.
Además de los daños sociales, como la agudización de la pobreza en las zonas cafetaleras, el incremento de la emigración del área rural hacia las ciudades y hacia el exterior, la falta de acciones concretas para disminuir los impactos negativos de una nueva crisis en el sector podría traer consigo medidas de “emergencia” en las que, en forma populista, aparece “Papá” Estado como salvador de última hora.
Buscando el apoyo de la propia OIC y otros entes internacionales, aunando esfuerzos con los demás gobiernos y organizaciones de productores de la región y con la participación de los mismos productores nacionales, debieran ya estarse adoptando las medidas necesarias para que la crisis del café, en la que los daños de la roya se han unido a los bajos precios, no venga a empeorar las ya difíciles condiciones de vida de todos los hondureños.