La paralización de la atención en todos los hospitales y centros de salud del país, por la huelga declarada por el Colegio Médico de Honduras y a la que podrían unirse las enfermeras auxiliares y los de empresarios administrativos de la Secretaría de Salud, es la peor y más reciente demostración de las múltiples presiones que desde diversos sectores se ejercen contra la administración Lobo por el incumplimiento de sus responsabilidades.
Tanto los médicos como las enfermeras y los trabajadores de salud en general desde hace días están amenazando con paralizar sus actividades, pero en varias ocasiones han desistido de hacerlo ante las nuevas promesas gubernamentales de que se les hará efectivo el pago de los salarios atrasados, que se otorgarán los ajustes salariales, bonificaciones y las demás prebendas establecidas; que se abastecerán de insumos, equipos y medicinas los centros asistenciales; pero al final nada se ha cumplido.
Se ha llegado incluso a hechos trágicos como la muerte de tres niños en el Hospital Escuela, a quienes se les había realizado un trasplante de riñón, pero el centro hospitalario carecía de los medicamentos que necesitaban para lograr su plena recuperación, según lo denunció ante el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos la Sociedad de Padres de Familia de Niños con Insuficiencia Renal.
También la Asociación de Fiscales de Honduras anunció que paralizará sus labores si las autoridades del Ministerio Público no cumplen con el ajuste salarial que se había pactado con el exfiscal general Luis Rubí.
Y es que a pesar de las cifras históricas de endeudamiento –gran parte del mismo con altísimos intereses y a corto plazo—que este gobierno dejará al país, tampoco ha logrado cumplir con responsabilidades tan básicas como el pago de salarios, bonificaciones y hasta pensiones, incluso de los veteranos de guerra. Todavía persisten, además, deudas con proveedores de bienes y servicios.
De esa manera, todo parece indicar que el gobierno que asumirá el próximo 27 de enero no solo encontrará un país superendeudado, con posibilidades casi nulas de acceder a recursos frescos; sino que también tendrá que pagar las deudas dejadas por la administración Lobo incluso con los empleados públicos.
Por lo pronto, las otras víctimas son los hondureños pobres que buscan en centros públicos la solución a sus problemas de salud.