Situado en el corazón mismo del Hemisferio Occidental, nuestro país comparte fronteras terrestres con tres naciones: Guatemala, El Salvador y Nicaragua, además de poseer límites marítimos con Belice, Cuba, Jamaica, Gran Caimán, México y Colombia.
El perímetro del territorio nacional se ha calculado en 2,401 kilómetros, así: litoral norte, 671 kilómetros; litoral del Golfo de Fonseca, 133 kilómetros; frontera con Guatemala, 256 kilómetros; frontera con El Salvador, 375 kilómetros; y frontera con Nicaragua, 966 kilómetros.
Desde el período colonial se elaboraron propuestas para construir una ruta interoceánica a lo largo de la entonces Provincia de Honduras. La del fraile franciscano Martín Lobo, en el siglo XVII, fue la primera en recibir seria consideración por parte de la Corona Española.
El científico alemán Alexander von Humboldt recomendó la construcción de un canal por Honduras en 1805.
Tanto José Cecilio del Valle como Francisco Morazán anhelaron la construcción de una vía acuática por Nicaragua. Este último encargó los estudios de factibilidad preliminares a ingenieros holandeses.
José Trinidad Cabañas negoció con el diplomático estadounidense Ephraim G. Squier la construcción de un ferrocarril interoceánico, sin que este lograra reunir suficiente capital para su financiamiento en Londres.
José María Medina negoció con bancos ingleses y franceses el llamado “camino de hierro”, cuya construcción quedó inconclusa, pero el deseo de comunicar a las distintas regiones del país -aisladas entre sí, lo que impedía la consolidación del mercado interno- persistió después de este fallido intento, y hoy es ya casi una realidad el “canal seco” que vinculará los puertos salvadoreños con el Caribe hondureño.
La crónica intervención de nuestros vecinos en los asuntos políticos hondureños generó enfrentamientos armados, por lo que Estados Unidos convocó a las cinco repúblicas ístmicas para suscribir las Conferencias de Washington (1907, 1923), que establecieron la Corte Centroamericana de Justicia para resolver las disputas interestatales y declararon la neutralidad permanente de Honduras.
En la “década pérdida”, la de los 1980, Honduras se convirtió en plataforma y en base de operaciones de fuerzas militares y de inteligencia estadounidenses para hostigar al régimen sandinista nicaragüense y para impedir la toma del poder y la derrota de la fuerza armada salvadoreña por parte del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Así, la posición geoestratégica hondureña resultó clave para los designios de la administración Reagan.
Actualmente, dos diplomáticos estadounidenses: Lisa Kubiske y John Feeley, se han referido a dicha ubicación. La primera afirmando que Honduras es víctima del narcotráfico por su ubicación geográfica, el segundo declarando que nuestro país está situado en una zona “maldita” por la misma razón: 95% de la droga procedente de Sudamérica rumbo a México y Estados Unidos transita por el istmo centroamericano.
Además del trasiego de drogas, debe incluirse el tráfico de seres humanos que sea por voluntad propia o bajo engaños por bandas de traficantes, se desplazan de Honduras hacia el extranjero, sobre todo hacia Estados Unidos, en búsqueda de oportunidades laborales, con resultados muchas veces trágicos.
También existe el tráfico de armas por suelo hondureño, destinadas principalmente para las fuerzas guerrilleras colombianas.
Pero, del lado positivo, la misma ubicación geográfica hondureña, con costas en el Pacífico y el Caribe, hace que se constituya en el punto focal para las comunicaciones aéreas, terrestres y marítimas con América del Norte, América Insular y Sur América. Y aún no aprovechamos al máximo esta privilegiada posición para impulsar el comercio con la región y con el mundo.