En el mundo actual mucho se habla de actitudes ecológicas o ambientes ecológicamente sustentables y se condena el uso de energía sucia. Pero si estudiamos un poco encontraremos que muchas de esas actitudes son hipócritas.
Por ejemplo, mucha gente consume más agua embotellada, tratada o reciclada, pero desconocen que su envasado es altamente contaminante porque muchas de las compañías usan combustibles no renovables y la extracción industrial puede afectar muchas cuencas hidrográficas.
Aparte consideremos la cultura nacional de botar la basura en las esquinas. Muchos consideran ecológico conducir vehículos híbridos, pero existen estudios que señalan que las baterías que usan son más contaminantes y dejan más gravedad de impacto ambiental en países sin regulación de basura tecnológica que en los países industrializados; dejando malos resultados para los conductores en accidentes o colisiones que tienen una bomba química más poderosa que las baterías regulares.
También representa un grave riesgo el supuesto e inofensivo etanol, que según muchos estudios consume excesiva agua y su desarrollo es más contaminante por la utilización de químicos y existe la ecuación de que un tanque de etanol representa el consumo de maíz de un ciudadano en un año.
Debemos a empezar a usar la calculadora para decidir usar este combustible y afectar rubros de alimentos como aves, vacunos y porcinos y... hasta los “corn flakes”.
Me parece desesperada la medida de ecologizar sin debatir las consecuencias y es mejor buscar pequeños triunfos para hacer cambios drásticos en la población para cambiar hábitos de consumo y lograr buenos resultados con energías alternativas en vez de ideologizar cambios que al final empeoraran la calidad de vida.
Muchos ingenieros hablan de la ingeniería del error, pero en aspectos sociales es mejor hablar de la ingeniería de los pequeños cambios hacia las grandes transformaciones.