Una de las técnicas que hace mucha falta en Honduras para medir el liderazgo de los políticos es el debate popular.
Esta manifestación, que demuestra la lucha mediante argumentos frente a las posiciones antagónicas, es un verdadero ausente de la política y el proselitismo partidario. Todo se deja a las encuestas y se mantiene la máscara del punto conveniente o lo políticamente correcto.
Hoy no sabemos cómo se manejan los precandidatos frente a las emociones que dejan los cuestionamientos de los grupos de discusión como se da en foros de otras naciones.
Temas tan puntuales como la unidad del Partido Nacional o la división del Partido Liberal se resuelven frente al debate formal.
Acá solo se habla de talento, talante o buen verbo pero extrañamos la verdadera comunicación de un líder frente a la adversidad en temas como la pobreza, la corrupción y la inseguridad. Sería fantástico encontrar un
moderador de talla que haga las connotaciones necesarias para que el público detecte las verdaderas intenciones de los supuestos mesías de la política nacional.
Es importante que el debate no sea un foro de planes de gobierno sino que exista sincronía entre los temas, ubicar los mismos en la mesa para formular la pregunta con respuesta de los participantes para cerrar las conclusiones.
Por estos rumbos mucho se habla de experiencia y trayectoria cuando en verdad ni en los mismos partidos tradicionales vencen los temas y argumentos sino la imagen o el envoltorio. Honduras necesita líderes en vez de habladores, discursos sin eco o la propaganda pegajosa.