Opinión

Es necesario ponernos de acuerdo

Entre 1991 y 1992 se desarrolló en Sudáfrica un proceso que congregó a 22 miembros de diferentes estratos sociales –activistas comunitarios, políticos, congresistas, sindicalistas, economistas y ejecutivos de corporaciones- y de variada orientación ideológica, con el objetivo de dialogar sobre las oportunidades y retos que se les presentaban en el marco de la salida del apartheid. El resultado: los “Escenarios de Mont Fleur”, una proyección sobre cuáles podrían ser las distintas avenidas que podía transitar el país entre 1992 y 2002.

En Colombia, se impulsó una iniciativa similar entre 1997 y 2000, en el que se involucraron representantes de sectores enfrentados no solo política y socialmente, sino en el de las armas. En medio de un clima de polarización social, desorden político y guerra interna, “Destino Colombia” permitió dar una mirada de largo plazo a los siguientes 16 años, que ha contribuido con el tiempo a mejorar la comunicación entre todos y el pensamiento estratégico nacional.

Del mismo modo, entre 1998 y 2000, Guatemala sorteó desconfianzas históricas entre sus élites políticas y sociales, para impulsar el cumplimiento de los acuerdos de paz que pusieron al conflicto civil de 36 años. Con “Visión Guatemala”, los participantes fortalecieron su tolerancia y reconocimiento mutuos, lo que al corto plazo abonó el terreno en el que los 20 partidos políticos guatemaltecos suscribieron en 2002 la “Agenda Nacional Compartida”.

Más de 40 reuniones, talleres y encuentros, cientos de expertos y políticos nacionales e internacionales, académicos y líderes de movimientos sociales y empresariales dieron insumos para este compromiso político multipartidario “que busca contribuir a la transformación de Guatemala. Contiene una visión de largo plazo, fundamentada en los Acuerdos de Paz y en las propuestas estratégicas y el programa de desarrollo que estos ofrecen”. Concebida como primer paso de los partidos políticos, se aceptaba que debía ser discutida y enriquecida “por los aportes de sectores y actores sociales para impulsar, conjuntamente, una visión compartida”.

En 2011 y 2012, conocimos a varios de los expertos que se involucraron en la facilitación de estos procesos de diálogo y construcción común de escenarios. Todos, sin excepción, coincidían en que la coyuntura histórica hondureña presentaba matices favorables para convocar a la búsqueda de una visión compartida. Con distintos nombres –un Pacto Social, una Visión de País, una Asamblea Constituyente- actores relevantes del país proponen sus perspectivas de acuerdos comunes, pero sin diálogo ni concertación.

Debe elogiarse por ello al Grupo Ciudadanía Activa con su propuesta de “Pacto por la Transformación de Honduras”, que sorteando diferencias entre sus miembros, da un nuevo aire a la concreción de propósitos comunes de país. Una plataforma de 30 organizaciones políticas y sociales variadas ya la acuerpa y nos reta: ¡es hora de dialogar y ponernos de acuerdo sobre el país que queremos!

No juntamos nuestras ideas, sino nuestros propósitos. Y nos pusimos de acuerdo, entonces decidimos. Popol Vuh