Era de noche y trabajábamos muy tarde los tres. 'Yo soy un vampiro', me confió mirándome a los ojos, no bromeaba, era un adulto joven, bilingüe, educado y formal. 'Conocí el culto gótico en la universidad en Estados Unidos y desde entonces, cuando llega la noche, mi verdadero yo asoma a mi piel'. El otro compañero, sonreía nervioso y trataba de hacer chiste del asunto, pero con un gesto serio lo cortó: 'Mi primera experiencia con la sangre fue de adolescente', luego, animado por mi expresión de interés, me confió: 'Pinté el apartamento de negro y me compré un ataúd para dormir'. Ese fue mi primer encuentro con un acólito del culto gótico y discípulo de Marilyn Manson.
El neovampirismo es una moda gótica social que enferma a muchos jóvenes, estimulado con la literatura y el cine necrófilo. Es notoria la abundancia de libros sobre vampiros, magos, licántropos y brujas. Algunos títulos: 'Vuelta a la oscuridad' y 'Sangre y oro, crónicas de vampíricas' de Ann Rice; 'Mr. Darcy vampiro', de A. Corringer; 'Cazadores de sombras' de C. Clare; 'Furia, crónicas de vampiros' de L.J. Smith; 'Eclipse', 'Crepúsculo' de S. Mayer; Gosth Girl de T. Harley; 'Oscuros, el poder de las sombras', de L. Kate; Oksa Polock y 'El derecho de Edefia', de Plichota y Wolf, Harry Potter de J. K. Rowling, son algunos de los libros que infectan la oferta editorial actual.
Para maquillar su desagradable aspecto, Stephany Meyer concede a su vampiro galán un barniz romántico y sublima el carácter repulsivo del vampiro a Edward, un atractivo joven, y lo hace deseable para las adolescentes, quienes suspiran por una mordida suya. Carroña envuelta en celofán y lazo rojo, tumbas blanqueadas por fuera, porque el vampiro siempre fue y será un villano, un subhumano repulsivo y de origen oscuro. La literatura y el cine clásico así lo representaron: un villano feo, repulsivo, grotesco y sangriento.
En el proceso de la inversión polar de valores del posmodernismo, el vampiro ahora es el bueno de la película, los productores suavizan sus aristas desagradables con actores y actrices jóvenes y atractivos, quienes lucen pálidos, ojerosos y transpiran tristeza y desamparo, seres que están condenados a un destino de exclusión y soledad e inspiran a las chicas el deseo de amarlos y protegerlos. Los vampiros son los héroes de los niños y jóvenes, en videojuegos como Castlevania, Blood Omen, Legay of Kain, Dungeons and Dragons, sí, es parte de la mercadotecnia del lado oscuro para hacer esta moda perversa e insana socialmente aceptable. Es similar a la moda de los piratas, un pirata por definición es un ladrón y asesino, gracias a Johnny Deep, de Piratas del Caribe, hoy los piratas son una referencia a imitar por los niños y la industria escolar incluye a estos ladrones en sus portadas de cuadernos, con la complacencia de padres y autoridades de educación.
La exaltación del vampirismo inicia con el clásico literario 'Drácula', de Bram Stocker en 1897, que da lugar a la leyenda del conde Vlad Dracul, quien empalaba a sus prisioneros de guerra y habitaba en Transilvania, son memorables las actuaciones de vampiro de Boris Karloff y el Nosferatu en 1922 y el actor Bela Lugosi 1932, quien al morir fue enterrado con su capa negra y roja. Recientemente el cine ha reeditado Crónicas vampíricas 1976, y 'Entrevista con el vampiro' de N. Jordan, la saga que ha calado en el gusto juvenil son las películas de S. Meyer, 'Crepúsculo', 'Luna nueva' y The Twiligth saga.
En el cine, también son un éxito comercial las películas de Tim Burton: es deprimente ver a una madre llevando de la mano a sus hijos pequeños, para ver 'El cadáver de la novia', un perverso romance entre un hombre y un cadáver, con exhibición de gusanos y huesos, ello presume un acto de necrofilia es decir, un acto sexual entre un vivo y un cadáver, una parafilia considerada delito. Sus películas son de baja luminosidad, prevalecen los colores negro, gris, morado, azules y detalles de rosa o magenta. La psicología del color indica que la obsesiva exposición a tales tonos induce o refuerza estados de decaimiento o depresión. Los mismos colores son toda una moda en la ropa de muchos jóvenes que sin saberlo abrazan el culto a la muerte y a la oscuridad.
La moda del vampirismo está inserta en la moda de algunas tribus urbanas como los 'emos', cuya bandera es la tristeza y la depresión, usan ropa negra ajustada y algunos se autoinflingen heridas con objetos cortantes y los góticos, de maquillaje pálido y con ojeras, amantes de la oscuridad, obsesivos por la ropa negra, gabardinas negras y los íconos de calaveras en sus camisetas, tenis y bandanas, piercing excesivo, tatuajes necrófilos, son adoradores de la muerte, y algunos practican rituales satánicos, sus himnos e ideología son la estridente música metálica con líricas que aluden al pesimismo, a la muerte y al suicidio, en sus modalidades hard, trash, death, y heavy metal.
El vampirismo, en su contexto espiritual es la versión antónima o el plagio del sacrificio expiatorio de Jesús. Sí, en la promesa celestial, un mortal obtiene la vida eterna tomando sobre sí la sangre expiatoria del hijo de Dios, en contraste, según el vampirismo, un humano obtiene la inmortalidad tomando la sangre de la víctima joven. La sangre representa la vida, tomarla a la fuerza para derramarla o beberla son dos formas de asesinato.
Más que una moda, el neovampirismo es una seria infección mental y espiritual contra nuestros jóvenes. Aún recuerdo aquella noche, en mi primera entrevista con un creyente de vampiro, porque, a medianoche un apagón nos dejó a oscuras por muchas horas.
* En el proceso de la inversión polar de valores del posmodernismo, el vampiro ahora es el bueno de la película, los productores suavizan sus aristas desagradables con actores y actrices jóvenes y atractivos, quienes lucen pálidos, ojerosos y transpiran tristeza y desamparo, seres que están condenados a un destino de exclusión y soledad e inspiran a las chicas el deseo de amarlos y protegerlos.