Opinión

El gran reto: la deuda

ara nadie es ajena la complejidad de país que se le entregó al presidente Juan Orlando Hernández. Al iniciar el 2014, Honduras se encuentra entre las naciones con mayores problemas sin resolver, cercano a Haití y Zimbabue.

La inseguridad, el narcotráfico, la corrupción, la extrema pobreza y una economía suprimida, son algunas de las principales realidades a las que se enfrenta el nuevo mandatario.

Todas ellas fueron debidamente abordadas en su discurso inaugural y está ejecutando su plan de 100 días con la disciplina y tenacidad que lo ha caracterizado. Pero, sobre todas ellas, está el gran reto de la deuda pública.

Cuando el país logró la condonación a mediados de la década pasada, Honduras tenía una deuda pública de US$ 5,500 millones. En ese entonces, los economistas decían que era una deuda impagable.

na vez otorgado el beneficio, la deuda bajó a US$ 2,700 millones. Hoy, la deuda del país está cerca de los US$ 9,200 millones (datos Sefin).

Lo alarmante no solo es su monto, sino su crecimiento y composición. En el último quinquenio, la deuda ha aumentado en 192%. La composición de deuda interna vs. deuda total era del 6% en el 2004. Ahora esa relación es del 38%. Esa deuda interna es cara y de corto plazo. Ha sido una catástrofe financiera para el país.

El problema no termina ahí. En febrero de 2014, la empresa Moody’s Investors Service castigó la calificación crediticia del país de B2 a B3, debido al escalofriante déficit fiscal del -7,7% con que se cerró el 2013.

Esto coloca a Honduras en el mismo vecindario con la República Democrática del Congo en términos de riesgo. No solo se tiene una deuda estrepitosa, sino que se continúa gastando más de lo que se recibe.

Una pregunta válida es ¿adónde se fue ese dinero? En términos prácticos, se dirigió a pagar la burocracia y alimentar la corrupción. No hay obras de infraestructura significativas, no hay una inversión social que pueda rescatarse como meritoria, no hay nada de valor que la población pueda redimir. Solo le quedó la deuda que tiene que pagar.

¿Cómo afecta esto al ciudadano común? Al tener un calificativo de nivel menor, todos los préstamos que recibe Honduras tienen tasas de interés más altas por el mayor riesgo de país.

Esto se traduce en pagos del servicio de la deuda, o las cuotas a pagar de los préstamos mucho mayores. Correspondientemente se reduce la capacidad del gobierno de invertir en obras de infraestructura, educación, salud y proyección social para pagar esta deuda. A su vez, hacer negocio en Honduras será cada vez más costoso.

Todas las empresas tendrán que obtener financiamientos con tasas más elevadas por la calificación del país. Y se genera el círculo vicioso de mayores precios, más impuestos y menor poder adquisitivo real.

Se necesitan varios cambios estructurales para revertir esta situación. La primera es controlar el nivel de endeudamiento del país a través del Poder Legislativo. Se debe tener una discusión más colegiada sobre la necesidad de incrementar la deuda.

Segundo, reducir de manera urgente el déficit fiscal. El descontrol del gasto público debe ser penado criminalmente en un país tan pobre como Honduras. El Presidente y sus ministros deben cumplir con su presupuesto. Y por último, se debe hacer un ataque frontal a la corrupción y la evasión.

El tristemente célebre informe de la corrupción en el IHSS es un claro ejemplo de cuánto se podría ahorrar el Estado si las compras se hicieran con transparencia y eficiencia.

El nuevo gobierno está iniciando su gestión con paso firme en la dirección correcta. Pero la ciudadanía debe entender que esto no es un problema de JOH, es un problema de todos los hondureños, y cada uno debe conformar parte de la solución desde su trinchera. Solo así se superará este gran reto.

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