Opinión

Educación, desarrollo, justicia y equidad

Es sumamente preocupante e inadmisible lo que está sucediendo en nuestra querida Honduras, un país pobre en recursos económicos pero rico en recursos humanos, los que debemos potenciar y administrar para salir adelante en un mundo convulsionado, en donde se van perdiendo los valores, promoviendo la corrupción, el oportunismo, la delincuencia, el consumo de estupefacientes, etc. etc.

A esto habría que agregar la emigración de miles de compatriotas especialmente hacia Estados Unidos en busca de alternativas para salir de la pobreza, lo cual significa familias desintegradas, ruptura de parejas, niños y niñas huérfanos de uno o ambos padres, abuelitas u otras personas mayores o jóvenes asumiendo la responsabilidad por el hogar, parientes desaparecidos, etc, etc.

Mientras tanto, en el Gobierno no se toma conciencia de las necesidades de la población, especialmente de los segmentos que viven en condiciones de pobreza y que
hacen esfuerzos loables para mandar a los niños a la escuela y los enfermos a los hospitales; servicios públicos a los que tenemos derechos todos los hondureños, pero las puertas de las instituciones no siempre están abiertas.

Por otra parte, los niños y niñas de las escuelas públicas, cada año reciben menos días de clases,
extendiéndose cada vez más el período de suspensión porque un importante sector del
gremio magisterial les niega el pan del saber, sin que el Presidente de la República se inmute por esta situación sino por el contrario, pareciera que no está enterado de lo que está pasando en su Gobierno con el sistema educativo.

El Ministro de Educación haciendo uso de sus facultades ha establecido una extensión del período lectivo para reponer el tiempo perdido, antes de que finalice el año, lo cual es realmente justo para reparar el daño causado a la niñez y juventud pobre,
pues tanto para ellos como para los padres, especialmente las madres solas, significa recursos económicos perdidos y tiempo valioso para los estudiantes que no se merecen ser tratados con semejante irrespeto e irresponsabilidad por parte de sus mentores, excluyendo a los maestros y maestras responsables que por su parte no hubieran apoyado semejantes desafueros.

Mientras tanto, llama poderosamente la atención que el Presidente de la República se mantiene
al margen de la situación como si no fuera de su competencia la solución.

Le hemos visto mayor interés cuando se trata de otros temas, que no son más importantes que nuestros niños y jóvenes sin recibir el pan del saber por capricho de sus mentores.

Esta no es una preocupación privativa de quien se expresa en este espacio, sino el sentir pensar de muchos ciudadanos y ciudadanas con quienes hemos abordado el tema y coincidimos que es inadmisible que no se atienda desde Casa Presidencial, aunque sea para que se cumpla la promesa de campaña: “Primero los pobres”, que escuchábamos tanto.

Pues esta es la oportunidad de que se cumpla y no que se quede en un simple slogan de campaña.

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