Editorial

Un destello de esperanza

La Rivera Hernández es uno de los sectores más tristemente célebres de San Pedro Sula por sus condiciones miserables y por tener la tasa de homicidios más alta de la ciudad. Pero algo está cambiando en este territorio de seis pandillas, según reveló The New York Times en una reciente publicación. En los últimos dos años, la violencia ha disminuido un 62%, en parte gracias a programas instaurados por Estados Unidos con la participación de líderes locales.

La estrategia estadounidense, concentrar esfuerzos en los lugares más violentos, ha conllevado la creación de 46 centros asistenciales para proveer entrenamiento vocacional a los habitantes y ayudarles a conseguir empleo. Se han recuperado diez campos de fútbol, antes botaderos de cadáveres y ahora lugar de potras entre pandillas rivales. Además, se brinda asesoría a menores que tienen factores de riesgo para unirse a pandillas.

La instalación de alumbrado público, basureros, proyección de películas, dotación de cuadernos, uniformes escolares y deportivos, balones de fútbol y entrega de bolsas de alimentos son también parte de las acciones. Y por último, a través de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ) se lucha contra la impunidad al ayudar a que los criminales se sometan a la justicia.

La publicación del Times expone también dos retos que tiene el gobierno, cuya participación ha sido casi inexistente en los programas implementados en la Rivera Hernández: la corrupción policial y el bajo presupuesto estatal destinado a prevenir las pandillas.

Aunque aún falta mucho por hacer, los resultados allí están y la estrategia que se ha seguido en el peligroso sector sampedrano debería imitarse en otros barrios y colonias de alta peligrosidad, como muchos de la capital, que le siguen a San Pedro Sula en incidencia criminal.

Para reducir la violencia que nos oprime hay que actuar cuanto antes, emulando aquellas medidas que dan resultados y replanteando las que no. Los megaparques construidos por la empresa privada y el gobierno tendrán sin duda un impacto, pero deben ser parte de un proyecto verdaderamente integral. Mientras tanto, hay esperanza