Editorial

Tiempo de actuar

La Organización de Estados Americanos (OEA) entregó la semana pasada al Congreso Nacional la propuesta de reformas a las leyes que regularán los nuevos órganos electorales.

Un paso importante en medio de la conflictividad política que golpea a los hondureños tras dos procesos electorales marcados por denuncias de fraude, y que claman hoy por la aprobación de nuevas reglas que garanticen la transparencia de estos procesos y con ello el fortalecimiento de la democracia.

Se reconoce que han comenzado a darse pasos importantes con la disolución del Tribunal Suprema Electoral (TSE) y la creación del Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal de Justicia Electoral (TJE), pero con el documento de la OEA sobre la mesa, los diputados y las cúpulas de los partidos políticos tienen una oportunidad de oro para continuar con la discusión y aprobación de las nuevas reglas del juego electoral sin dilaciones.

Los diputados están obligados a dialogar y construir consensos alrededor de los temas que han alterado la paz, como el de la reelección presidencial, la segunda vuelta electoral, la despolitización de los organismos electorales y del Registro Nacional de las Personas, y la depuración del padrón electoral, entre otros.

Los procesos deben ser acompañados por las cúpulas de los partidos políticos, quienes, al igual que los diputados, son responsables de que el país se encamine a la estabilidad política que demanda la sociedad.

Honduras debe caminar al fortalecimiento de su democracia para poder dar pasos en firme en la atención de los problemas históricos que abaten a su población y eso se logrará con la paz social y política que traería al país la conformación de un nuevo marco jurídico electoral.

Eso lo saben lo políticos. El peor daño que harían al país es jugar para mantener las reglas del juego tal como están hasta ahora.