El decisivo triunfo electoral obtenido por la presidenta Tsai Ing-wen en los comicios realizados el pasado sábado 11 de enero, no solo significa un masivo respaldo ciudadano a su liderazgo y a su gestión como gobernante exitosa, tanto en lo social como económico, también significa la consolidación de la identidad nacional taiwanesa, con personalidad histórica distintiva.
Varios factores incidieron en su amplia victoria cívica: la intimidación y crecientes amenazas de Beijing, que incluyeron el desplazamiento de unidades navales y aéreas en las cercanías de la isla y su política de aislamiento internacional; la brutal represión en contra de la población de Hong Kong, defendiendo las garantías incluidas en su estatus semiautónomo respecto a la autoridad central de China continental, lo que terminó de convencer a la ciudadanía taiwanesa de que el argumento de “un país, dos sistemas” tal como ha sido aplicado a la excolonia británica constituye una falacia; la recuperación de la economía taiwanesa, actualmente con una tasa de desempleo inferior al 4%; la integridad personal, capacidad administrativa y férrea defensa de las libertades civiles de la presidenta Tsai.
La democracia taiwanesa se ha fortalecido significativamente; hoy, más que ayer, se requiere la unidad interna para enfrentar exitosamente el peligro, cada vez más real, del uso de la fuerza proveniente de China continental en su pretensión de anexarse la república insular.
La imagen internacional de Taiwán con su sistema político abierto, incluyente, pluralista, democrático, se ha consolidado ante la opinión pública mundial.
Las cordiales y mutuamente benéficas relaciones entre Honduras y Taiwán se profundizan más a partir de ahora, para provecho de ambas naciones.