Editorial

Migración más allá de las remesas

Se fueron porque ya no tenían ni dinero ni fuerzas para trabajar la tierra, que es el único sustento en San Miguel de Barrosas, una solitaria comunidad ubicada en San Ignacio, Francisco Morazán, y una de las muchas comunidades a lo largo y ancho del territorio nacional de las que sus pobladores se ven obligados a migrar en busca de las oportunidades que no encuentran en su patria. Comunidades como San Miguel de Barrosas se han quedado sin hombres, sin mujeres, sin padres ni madres, quienes huyendo de la pobreza se ven obligados a dejar a sus menores hijos e hijas con sus familiares adultos, principalmente abuelos y abuelas, mientras emprenden la dura travesía a Estados Unidos u otro destino en el mundo, en busca de un empleo y un salario digno que les permita mejorar sus condiciones de vida.

Para quienes logran concluir la travesía, el esfuerzo habrá valido la pena, pues aunque las condiciones de vida con las que se encuentran en su nuevo destino no son las mejores, acceden a un trabajo, muchas veces mal pagado, que les permite suplir las necesidades de las familias que dejaron atrás, tal como lo dijo don Roberto Hernández al equipo periodístico de EL HERALDO que visitó su comunidad: “Con parte de esas remesas nos hemos superado un poquito”.El dinero llega, pero el drama humano está latente, es un drama que va más allá de los riesgos que corren los migrantes en el tortuoso camino hacia su destino final y que se refleja en familias desintegradas, hijos que crecen sin padres y comunidades que ven disminuir sus poblaciones todos los días.

Son familias que quizá no se volverán a reunificar nunca o pasarán muchos años para lograrlo, porque el retorno de quien se fue no es fácil. Hacerlo, en casi todos los casos, representaría regresar a una patria que todavía no abre las oportunidades laborales que demandan para atender sus necesidades básicas y mientras las causas que obligan a los hondureños a irse de su patria se mantengan intactas, sin intervención estatal, seguiremos siendo testigos del drama humano al que se enfrentan nuestros compatriotas.