Editorial

La ley de la fuerza

No sorprende saber que un alto porcentaje de los homicidios en Honduras están relacionados con el delito del narcotráfico que desde hace años se ha enraizado en varias regiones del país, y que las bandas de narcotraficantes se han repartido el territorio para ejecutar sus actividades ilícitas con más tranquilidad. Tampoco, que la violencia de estos grupos provocan desplazamientos internos y externos de muchos habitantes, obligados a dejar sus hogares en búsqueda tanto de seguridad como de empleo.

Esta semana, la Unidad Investigativa de EL HERALDO expone una parte de esta problemática que agobia a pobladores de tierra adentro, donde las muertes violentas se asocian al tráfico de drogas y la población actúa por su cuenta; territorios en los que los problemas se resuelven “por la ley de la fuerza”.

“Aquí las muertes son por droga, es una zona controlada por el narcotráfico”, se atrevió a decir un comerciante -que obviamente no se identificó- a los periodistas en la lejana comunidad de Patuca, en el oriental departamento de Olancho, en donde la presencia policial es casi nula.

Los periodistas llegaron también a Dulce Nombre de Culmí, municipio colindante con Gracias a Dios, donde la situación es similar.

“Los que (aquí) aparecen muertos son personas que andan robando o se metieron con alguien equivocado”, dijo un ciudadano, mientras que el alcalde del municipio comentó que se desconocen las causas por las que muchas personas solo aparecieron muertas a la orilla de la calle, que otras fallecieron en medio de discusiones personales o que las víctimas (según dicen) estaban metidos en cuestiones de drogas.

Lo expuesto refleja los críticos escenarios en materia de seguridad que deben enfrentar las autoridades hondureñas para asegurar y proteger la vida y los bienes de las personas y echar a andar políticas públicas encaminadas a reducir la violencia criminal y atender los factores que inciden en ese tipo de violencia.