Editorial

En el Día del Maestro

Destacamos hoy, que se celebra el Día del Maestro Hondureño, a todos aquellos que dedican su vida a enseñar en todos los niveles de enseñanza y que en tiempos de pandemia han sacado lo mejor de sí para entregar a sus estudiantes el pan del saber, dejando de lado las dificultades que trajo consigo la pandemia del covid-19, que les obligó a abandonar sus salones de clase desde hace ya 17 meses.

Ellos y ellas, principalmente en la zona rural del país, han hecho grandes esfuerzos para atender a los estudiantes menos favorecidos económicamente, a quienes viven en pobreza y pobreza extrema, y no tenían acceso a las tecnologías modernas que de la noche a la mañana sustituyeron el aula de clase y, principalmente, a quienes viven en los lugares más remotos de la geografía nacional, donde no se conoce la energía eléctrica y mucho menos los aparatos tecnológicos que les ofrecieron desde la Secretaría de Educación.

Han demostrado con su trabajo que son una de las fuerzas más potentes del sistema educativo, el que con su esfuerzo no han dejado morir y mantienen de pie, reiterando con ello, en medio de las críticas que muchos les hacen, su vocación de servicio y su pasión por la enseñanza.

Pero la fecha es también propicia para señalar que hay muchos docentes que no cumplen a cabalidad con sus funciones, que abusan de sus alumnos y alumnas, que no facilitan los proceso de enseñanza-aprendizaje, y más bien los obstaculizan.

Ellos deben reflexionar sobre la importancia de su trabajo en una sociedad altamente conflictiva; pedirles que no olviden que su tarea no se limita a dar una clase o realizar una actividad, que su responsabilidad es la de formar a los y las ciudadanas del futuro y que con sus enseñanzas les ayudarán a romper el círculo de la pobreza en la que muchos de sus alumnos viven.