Editorial

Derechos de los discapacitados

Uno de los segmentos de la población más excluidos en nuestro país es el de los discapacitados. Tanto así, que no hay registros fehacientes ni recientes sobre la cantidad de hondureños que padecen de alguna forma de discapacidad, sea física o mental.

Según algunas estimaciones extraoficiales, el número oscila entre los 800 mil y el millón de personas. Más que los 700 mil nuevos votantes que podrían definir las próximas elecciones y no lejos de los 1.2 millones de habitantes del Distrito Central. Sin embargo, siguen invisibles en las políticas y programas públicos, padeciendo la exclusión y el abandono.

En 2009, según datos de la Secretaría del Trabajo, la población con discapacidad en edad de trabajar era de 314,174 personas, 140,389 hombres y 173,785 mujeres. Del total, el 27.1% no tenía ningún nivel educativo, el 55.8% alcanzó la primaria, el 12.9% la secundaria y solo el 4.2% llegó al grado superior. La mayoría de los discapacitados que trabajan -apenas para subsistir- están ocupados en la economía informal, pese a que hay una Ley de Equidad y Desarrollo Integral para las Personas con Discapacidad que manda incluirlos en los procesos productivos de la economía formal.

“Debemos emancipar a las personas que viven con alguna discapacidad y suprimir los obstáculos que les impiden participar en las comunidades”, señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para ello, deben tener acceso a una educación de calidad, a trabajos dignos y a la toma de decisiones. Sin embargo, deben afrontar aún una serie de obstáculos que limitan su calidad de vida, como la falta de accesibilidad a lugares públicos, edificios y sistemas de transporte; y son violatorios de derechos humanos fundamentales, como la ausencia de un modelo de educación inclusivo.

Mañana 3 de diciembre se conmemora el Día Mundial de las Personas con Discapacidad, una fecha para sensibilizar y concienciar sobre una condición con la que se puede nacer o adquirirse por enfermedad o accidente. Hombres, mujeres y niños que la padecen merecen tener igualdad de oportunidades, sin prejuicios ni discriminación