Editorial

Deporte para el desarrollo y la paz

Innumerables son los beneficios atribuidos al deporte, que van desde los físicos, psicológicos y sociales. De hecho, los altos valores que entraña la práctica y competencia deportiva son considerados como un modelo a seguir en el estudio, el trabajo, la familia y la sociedad en general. Es por tal razón que el fomento del deporte es considerado una necesidad para reducir la violencia que hay en nuestro país. Por eso resultan inconcebibles episodios como el del domingo anterior, cuando varios aficionados del Olimpia y Motagua se enfrentaron con piedras, palos y botellas en la capital previo al partido de esa tarde. Igual de deplorable fue la brutalidad de los elementos de la Policía Nacional, quienes debían imponer el orden y devolver la paz alterados por los revoltosos, que molieron a palos a uno ellos al grado de hacerlo convulsionar. La violenta jornada dejó cinco heridos y se produjo un día después de que una barra del Real España asesinó a otro del Marathón en San Pedro Sula, con lo que ascienden a 33 las víctimas mortales que ha dejado el pleito entre fanáticos en los últimos años.

Precisamente, este 6 de abril las Naciones Unidas conmemora el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz. De esta manera, el organismo internacional reconoce “la creciente contribución del deporte al desarrollo y a la paz en cuanto a su promoción de la tolerancia y el respeto y los que aporta al empoderamiento de las mujeres y los jóvenes (...) así como a la salud, la educación y la inclusión social”. Y hace un llamado a los diversos sectores para que “cooperen y creen conciencia al respecto”.

La fecha, por tanto, es más que propicia para reflexionar sobre estos lamentables hechos que se han vuelto cotidianos en el fútbol, contrarios al espíritu deportivo y a los anhelos de paz de la mayoría.

Prevenir la violencia en el fútbol debe ser una prioridad para los entes de seguridad, la dirigencia del fútbol, los aficionados y la sociedad. La fascinación que el deporte rey ejerce en las mayorías hace más imperativo tomar decisiones para evitar que esos patrones nefastos sigan reproduciéndose y que el fútbol, en lugar de ser un agente de cambio, distorsione más bien la mente de nuestros niños y jóvenes.