Editorial

Del silencio al diálogo

Las actuales actitudes de rechazo, divisionismo, odio, confrontación, que hoy padecemos, en que el contrario es percibido como el enemigo a vencer, deben ser superadas, dando paso a entender, sopesar, valorar, los argumentos y puntos de vista del opositor político e ideológico, a efecto de encontrar coincidencias y similitudes antes que diferencias insalvables, descartadas automáticamente, sin antes haberlas examinado, para tratar de encontrar coincidencias.

Si pensamos y actuamos con mentalidad abierta y receptiva, exenta de prejuicios, en función del bien común, seremos capaces de enriquecer nuestras perspectivas y horizontes mentales y conductuales, transformados en incluyentes y tolerantes hasta alcanzar convergencias.

De poseer suficiente inteligencia, capacidad y habilidad para remontar diferencias partidarias -aparentemente insalvables-, deponiendo demagogias y animosidades acumuladas, seremos capaces de evitar ideas preconcebidas que no resisten un análisis lógico. Ello pasar por actuar con tabla rasa. Si llegamos a alcanzar suficiente madurez, lograremos pasar de la actual confrontación a la solidaridad militante.

La Iglesia Católica hondureña, en reiteradas exhortativas, así nos lo ha implorado. En la homilía del pasado domingo, de nueva cuenta apeló a nuestros compatriotas a pensar y actuar con amor fraterno y voluntad política: “Tenemos más medios que nunca para construir un mundo justo, próspero, y equitativo. Pero la realidad muestra unos resultados muy distintos. Nos resistimos a agradecer lo recibido”. Sabias palabras contentivas de obligada reflexión por parte de todos y todas, ya que poseemos un hogar común, con pasado y presente común. El silencio y la inacción no son una opción. Las venideras generaciones nos reclamarán el haber dejado pasar esta oportunidad, posiblemente irrepetible, y nos juzgarán de acuerdo con lo actuado, sea esto positivo o negativo.