Editorial

Causas nobles

Reconforta comprobar que aún existen personas solidarias, altruistas, con temáticas que, de diversas maneras, afectan a las y los compatriotas tradicionalmente marginados, y con actos concretos demuestran que desean aliviar su condición.

Varios ejemplos confirman lo arriba dicho: quienes donan su sangre a la Cruz Roja, la reforestación impulsada por Plantatón, Operación Sonrisa, que gratuitamente realiza cirugías a niños (as) nacidos (as) con labio leporino. Las donaciones de alimentos, medicamentos, vestuario, por parte de compatriotas desinteresados, cuando los cíclicos desastres naturales afectan a comunidades enteras.

La Teletón, la Escuela para No Videntes Pilar Salinas, las organizaciones defensoras de los derechos humanos que investigan, denuncian, asisten a quienes han sido vulnerados y agredidos por actos violentos, actuando pese a las amenazas y represalias en su contra, que han resultado en la muerte para quienes asumen tal noble misión, a sabiendas que están sujetos a acosos por parte de los transgresores.

Los consultorios jurídicos gratuitos fundados por diversas universidades publicas y privadas, que orientan y auxilian profesionalmente a compatriotas de escasos recursos que desean acceder a los tribunales de justicia.

Las caminatas realizadas tanto por Shin Fujiyama para recaudar fondos que permitieron reconstruir la Escuela Experimental de la UNAH y el sacerdote Leopoldo Serrano, a efecto de que la Secretaría de Finanzas libere el fideicomiso para los damnificados de la Reina, Protección, Santa Bárbara, retenido desde hace cuatro años.

El uno y el otro superan la fatiga y el inclemente clima para hacer realidad su objetivo, evocando en el trayecto aquel verso del poeta español Antonio Machado: “Caminante, son tus huellas/ El camino y nada más/ Caminante, no hay camino/ Se hace camino al andar”