Entre los acuerdos emanados de la conferencia sobre cambio climático realizada en Escocia está el detener y revertir la deforestación mundial para el 2030. Bosques, selvas y mares absorben casi 1/3 del CO2 emitido por la quema de combustibles fósiles. Cada minuto se pierde una superficie forestal equivalente a 27 canchas de fútbol. Si los bosques no son preservados, será imposible detener los crecientes niveles de calentamiento global.
Desde que firmó el Acuerdo de París en 2016, Honduras se comprometió a la forestación/reforestación de un millón de hectáreas de bosque antes del 2030. Para cumplir con tal compromiso se tendría que reforestar un promedio de 71,500 hectáreas anualmente, 197 hectáreas al día, algo que no está ocurriendo. Todo lo contrario: hemos arrasado con las forestas, convirtiéndolas en cenizas y humo, en un suicidio colectivo que destruye nuestro principal recurso natural para beneficio de unos pocos y detrimento de pobladores y comunidades; incluso se talan árboles de maderas preciosas en la Biósfera del Río Plátano, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Allí conviven miles de compatriotas de diferentes etnias, cada vez más acorralados por ganaderos, leñadores, mineros, campesinos y narcotraficantes, procedentes de otras regiones, destruyendo y degradando vegetación y suelos, irrespetando los derechos ancestrales, inalienables, de los habitantes originales.
Los países que compran madera hondureña, productos y subproductos, deben acatar el Acuerdo Voluntario de Asociación firmado con la Comunidad Europea, por el cual tales compras deben ser legales, emanadas de un aprovechamiento forestal que cumple con la legislación nacional en materia forestal, ambiental, económica, social y fiscal. La gobernanza del sector forestal y el ordenamiento territorial deben reducir la cada vez mayor pobreza y desigualdad.
Desde que firmó el Acuerdo de París en 2016, Honduras se comprometió a la forestación/reforestación de un millón de hectáreas de bosque antes del 2030. Para cumplir con tal compromiso se tendría que reforestar un promedio de 71,500 hectáreas anualmente, 197 hectáreas al día, algo que no está ocurriendo. Todo lo contrario: hemos arrasado con las forestas, convirtiéndolas en cenizas y humo, en un suicidio colectivo que destruye nuestro principal recurso natural para beneficio de unos pocos y detrimento de pobladores y comunidades; incluso se talan árboles de maderas preciosas en la Biósfera del Río Plátano, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Allí conviven miles de compatriotas de diferentes etnias, cada vez más acorralados por ganaderos, leñadores, mineros, campesinos y narcotraficantes, procedentes de otras regiones, destruyendo y degradando vegetación y suelos, irrespetando los derechos ancestrales, inalienables, de los habitantes originales.
Los países que compran madera hondureña, productos y subproductos, deben acatar el Acuerdo Voluntario de Asociación firmado con la Comunidad Europea, por el cual tales compras deben ser legales, emanadas de un aprovechamiento forestal que cumple con la legislación nacional en materia forestal, ambiental, económica, social y fiscal. La gobernanza del sector forestal y el ordenamiento territorial deben reducir la cada vez mayor pobreza y desigualdad.